Hizo su debut en el Rally del Atlántico en 2012 cuando sorprendió a propios y extraños por su astucia al volante. Luego de 9 temporadas, enamorada de un colega como Andrés Marieyhara, Patricia Pita no sólo es respetada por su condición de pionera en el rally uruguayo: ya es una referente en la región.
Decidió ser parte de una dinastía de pilotos luego que su tío, Horacio, comunicara a su padre (Jorge) que había sido convencido por ella para conducir su querido Clío, especialmente preparado para competir en rally.
Así fue como se convirtió en la primera mujer piloto de Uruguay y no se arrepiente de haber hecho historia, más allá de las dificultades que acarrea esta profesión para su género en Uruguay.
-¿Cómo se trastocaron los planes que tenías en 2020 con la pandemia?
-En marzo la idea era empezar a competir en Uruguay y ver si podía hacerlo también en Argentina, pero después cayó lo de la pandemia. En el medio tuve un tema personal que, por suerte, se encarriló: mi madre (Luz Gago, 68) tuvo dos operaciones de columna. Por suerte ya está mejor. Ella es un pilar para mí y siempre me dio para adelante. Acompañarla en ese momento fue una forma de devolverle el apoyo que ella me dio durante toda mi vida.
-¿Siempre te estimularon para que estés vinculada al deporte?
-Desde chica. Por más que el rally es un legado de mi padre (Jorge, campeón sudamericano y nacional en varias ocasiones), viví una infancia vinculada al deporte. Empecé en el colegio (Saint Catherine´s) en Punta del Este, donde competí en atletismo. Después jugué hockey, hándbol… Todo lo que era actividad al aire libre era lo máximo para mí. ¡Llegué a correr triatlones de más grande! Quizás todo se deba a que fui criada en una época en que no había celulares ni una oferta variada de estímulos para que los chicos se enfoquen tanto tiempo en las pantallas, como sucede ahora.
-¿Y cómo te inocularon la pasión que sentís por el automovilismo?
-En mi casa jugaba con Barbies, pero tenía estaciones de servicio y pistas de autitos de juguete. También el rally es una forma de vida y eso ayudó. Me gustaba acompañar a mi familia, seguir las competencias en campos al costado del circuito. Son hábitos que quedan con el paso del tiempo. También ayudó a que me enseñaran a manejar desde muy chica. Tenía 8 años y ya íbamos con mis padres a las playas de estacionamiento de la Brava entre la Parada 12 y La Olla, que estaban vacías en invierno y ahí aprendí a manejar. Era otra época, otro Punta del Este, con menos gente.
-¿Cuándo fue que te decidiste a probar suerte como piloto?
-Después de terminar el liceo estudié comunicación dos años y medio. Ahí me fui a Barcelona entre finales de 2010 y principios de 2011. Pasada esa experiencia sentí que era lo suficientemente madura para subirme a un auto de competición. Igual todo se dio después de mucho insistirle a mi tío, que me terminó preparando el auto. Fue un Clio que tenía y quise mucho. Empecé a correr con la autorización de papá. Después no sé qué pasó con ese auto, no tendríamos que haberlo vendido.
-¿Cómo fue el proceso de consolidación en un ambiente que es catalogado de machista?
-Se dio naturalmente porque estuve vinculada al rally por mi padre y siempre me sentí cómoda. No tengo nada que decir en ese sentido. Pero también hay que tener iniciativa y no limitarte solamente a competir porque sería imposible sostenerse. Es un deporte que requiere inversión y, como tal, se precisan sponsors. Conseguirlos no es fácil para una mujer. Uruguay es sinónimo de mercado chico y no se reconocen los logros. Además, vengo de una familia que tenga recursos para bancarme. Ellos viven de un taller mecánico que armaron con mucho esfuerzo. No reniego de esta pasión, pero asumo que hay que ponerle dedicación para sobresalir.
-¿Por ejemplo?
-Hace un tiempo necesitaba más difusión, porque estaba en Córdoba (Argentina) y no tenía visibilidad de lo que estaba haciendo allá por más que me estuviera yendo muy bien en materia de resultados. Obteniendo cosas históricas. Entonces vino una persona y me dijo que podía ayudarme, pero a cambio de una suma de dinero. Entendí su planteo, pero a veces te sentís sola. O incomprendida, diría. Por más que sé que reúno un montón de habilidades que pueden ser atractivas para vender un producto o una marca, se hace complicado acá. Ese dilema entre ahorrar en cubiertas y tener que pagarle a alguien para que muestre mi trabajo no es fácil.
-Además de coraje, ¿qué se precisa para competir en rally?
-Cada fecha en un campeonato de rally requiere una inversión. Diez fechas en el rally de Córdoba, por dar un ejemplo, no cuesta menos de 60 mil dólares. Salir a competir afuera es difícil. Los campeonatos son tan parejos que necesitás un auto muy bien mantenido.
-¿Cómo fue la experiencia de conformar un equipo femenino de rally con Nadia Cutro?
– Con Nadia competimos en la (categoría) Maxi Junior. Ella llamó para preguntarme si me interesaba armar el primer equipo de Sudamérica conformado por mujeres. Obvio que no lo dudé. Fue un proyecto muy lindo. Lástima que no pude terminar el año, pero recorrimos lugares increíbles, los más remotos de Argentina. Me encantaría volver. Mi sueño es correr un torneo entero allá.
-Más allá que el rally argentino seduce, ¿qué te pareció el hecho que Uruguay fuese el primer país de la región en retomar las competencias durante la pandemia?
-Somos el único país en Sudamérica que tenemos tramos de velocidad. Acá se hizo un campeonato por la mitad de las fechas (suelen ser 8) y la organización del Club Uruguayo de Rally es para aplaudir. Los pilotos uruguayos fuimos privilegiados en esta etapa tan especial.
-Como pionera, ¿te considerás una referente?
-No me puse a pensar puntualmente en eso hasta que un día, en una época que no estaba bien, me convocaron para dar una charla y me sentí muy gratificada. Entendí que puedo ser ejemplo para otras personas. Y a partir de esa charla me recomendaron el uso de una crema que me cambió la vida y mi espalda, fundamentalmente, que sufría mucho en la competencia.
-Inmersa en el mundo del automovilismo, ¿qué opinión tenés sobre las normas de tránsito y el alcohol cero en particular?
-Creo que se puso demasiado énfasis con el consumo de alcohol, pero no se le prestó atención a la educación vial que puede ser hasta más importante. La gente no sabe las normativas más básicas del tránsito. Yo que hago ruta seguido (su novio es de Colonia) puedo decirlo con propiedad: estoy sorprendida por la forma en que se maneja en las rutas nacionales, pero falla la base de la conducción en Uruguay.