¿Cuándo empieza tu pasión por el dibujo?
Desde que tengo memoria dibujo bien, siempre era el mejor del jardín de infantes. No recuerdo el momento en que aprendí, era chico y no entendía porque los demás me decían que dibujaba bien, pero dibujaba. Mi padre dibujaba, yo lo veía. Había hecho un curso en la Continental School donde iba todo el mundo en esa época. Él lo hacía como jobby. Mis padres son separados y cuando iba a la casa de mi padre con mi hermano, el nos dibujaba ¿dónde está Wally? Y nosotros contentos. Nunca más se le dio por dibujar, hace 20 años que no lo veo dibujar. Entre semana yo quería dibujar y mostrarle. No fue que me enseñara, sino que era un desafío para mi dibujar y mostrarle lo que hacía.
¿Como empezás a profesionalizar este arte? Tomaste un curso con Hogue…
A los 20 años estaba trabajando en un supermercado un trabajo muy rutinario, les mostraba a mis compañeros lo que hacía, en el super ya sabían que dibujaba, llegaron a enterarse los cargos altos porque el comentario era “Nicolás el que dibuja”, así me identificaban. Entonces vi un curso de Hogue, era un taller de cuatro clases, era amateur, pero el me vio mucho futuro, mis compañeros iban para divertirse y después de cada clase me aplaudían por lo que hacía. Después de la cuarta clase empezaba otro curso y Hogue me dijo que no era necesario que lo hiciera, me sugirió que me comprara una herramienta para trabajar digitalmente para dibujar. Me hizo algunas críticas constructivas que hasta ese momento nadie me las hacía. Muy poco tiempo después ya estaba trabajando de esto y tuve la suerte de hacerme conocido en las redes a través del vínculo con los jugadores de fútbol.

Recién me hablabas de otra generación del dibujo, debe haber una diferencia entre aquellos dibujos a lápiz o en carbonilla a dibujar digitalmente.
Tenemos un grupo que se llama Ilustrazo desde hace 10 años y nos invitan de distintas intendencias, a veces vamos por tres días, yo era uno de los más chicos, pero hay gente de 60, 70 años que manejan distintas técnicas, por ejemplo la carbonilla. Y todos dibujan digitalmente hoy en día. Si bien, ninguno abandona el lápiz y la carbonilla digitalmente es como se trabaja para afuera. Generas una paleta de colores infinita. En realidad es lo mismo, vos tenés un lápiz digital y sale de tu mano.
Doy clases particulares, a veces cuando empiezan quieren llegar a un dibujo con color, brillo, contraste y les digo que si no dibujan a lápiz puedo darles un lápiz digital que no van a saber que hacer. Porque tenes que saber dibujar.
Si en los primeros trazos la caricatura no refleja el alma de la persona, que es lo que busco en una caricatura, no importa todo lo que hagas después de color, de textura, porque no se parece a la persona, no te genera lo que te genera la persona. Esta mal captado.
¿Como es esto de que se refleje en el dibujo el alma de las personas?
Cuando vos ves un dibujo animado como el burro de Shrek y te recuerda a una persona, por ejemplo al tío Jorge, pero como puede recordarte a tu tío, no tiene nada parecido, tiene unas orejas largas, es un burro; pero sí tiene el alma, la esencia.
¿Te apoyas en fotografías, como haces tu búsqueda de la personalidad?
Si, en fotografías y video cuando es famoso, para poder captar la postura, los perfiles, el alma. La esencia de la persona la captas más que nada en video. Casi nunca dibujo de una sola foto que vi, busco más. Voy armando un collage mental para después llegar a la pintura, a lo digital. Capaz estoy una hora dibujando un brazo, porque tengo que hacer todos los contrastes, cuando es un dibujo a lápiz me lleva menos lo hago a otra velocidad. Uno vuela. En lápiz y papel llego a un buen producto mucho más rápido que de manera digital.

Tenes una línea marcada de trabajo con caricaturas de futbolistas.
Futbolistas he tenido la suerte de conocer prácticamente a todos. Soy muy fanático del fútbol. Les ha gustado mi trabajo.
Esto arrancó con Sebastian Coates, el era un vecino de la cooperativa donde yo vivía y jugábamos al fútbol de rivales. Cuando llegó a Nacional le hice un dibujo, el lo puso de perfil y se lo mostró a todos los compañeros y me empezaron a llamar jugadores de Nacional para que los dibujara. Yo tenía 20 años y nunca había cobrado por un dibujo. Les hacia los dibujos y venían a buscarlos a casa; ellos eran mis ídolos.
En un momento, le hice un dibujo al “Chino” Recoba y me llamó para hacer otro de todo el plantel de Nacional, que el lo presentaba a los jugadores, hacíamos las réplicas y después yo se los vendía a cada uno. Lo tome como una buena idea, iba de la mano del Chino, el plantel me empezó a comprar y después de eso cada dos o tres años voy y dibujo todo el plantel.
Conocí políticos, músicos, cantantes soy amigo de El Gucci, Charly Sosa, Guillermo Lockhart y empecé entregándoles una caricatura que les había hecho.
¿Que rol juegan las redes sociales en la difusión de tu trabajo?
Muchisimo. Empecé con Facebook, agregue el Instagram. A los 20 años me hice el Facebook de caricaturas y a los 23 tenía 35.000 seguidores, en esa época era el artista plástico con más seguidores por lejos. En un momento Facebook me empezó a pedir pagar por mostrar mis dibujos y me pareció hipócrita, entonces dejaron de mostrarme el alcance de las publicaciones. Me pareció absurdo. Hago exposiciones por ejemplo en el Inju y no tienen el alcance que puede tener Facebook donde un dibujo lo ven 35.000 personas en un día. Instagram es diferente, hay mucha gente jóven, igualmente algunos trabajos me salieron por Instagram.
¿Que sentís cuando un dibujo se hace muy popular?
Hace poco hice un dibujo de el equipo de Nacional pero versión Simpson y se movió por todos lados. Cuando pasa eso me da gracia y pienso si la gente valora el arte o más bien lo que querés decir, el chiste, la anécdota. Cuando es un dibujo con mucho trabajo como fue el de Luis Suárez, que se llama “La bestia” ese dibujo transmite mucha energía. Era lo que quería generar. Quise hacer un dibujo muy bueno y si a la gente le parece que es muy bueno, lo logré, me da orgullo. También hice uno de Pepe Mujica, solo de la cara, dió mucho trabajo y se movió muchísimo también. Son personajes que tienen mucho público. No creo que mis dibujos sean excelentes, ni cerca. Soy muy crítico conmigo mismo.

Tenes un sello personal cuando trabajas…
Me lo dicen mis colegas, es un “Nico Méndez”, yo no me doy cuenta muchas veces que es. Mucha veces escondo mi nombre en los dibujos de los famosos, pongo un Nico, donde va una marca por ejemplo.
Estoy en grupos de dibujantes del mundo donde hay gente muy importante y jamás me fanatice con uno para decir “le voy a copiar”. El estilo Nico Méndez seguramente sea propio, porque jamás hice algo para que me quedara como a otro dibujante. Soy bastante analfabeto en el tema de pintores, de dibujantes, de técnicas, se dibujar pero no soy fanático de los dibujantes.
¿Quien fue la persona que más te apoyó en esta profesión?
Mi madre. Porque mi padre es estricto. Sin embargo él y Hogue me ayudaron porque fueron los únicos que me criticaron, Hogue cuando tenía 20 años y mi padre de toda la vida. Me ayudó mucho que fueran así, porque me hicieron muy crítico de mis dibujos. Eso hace que intente superarme más.
Mi madre es tremenda, iba a su trabajo y me hacia dibujar a los compañeros de la oficina con el mousse, yo tenía ocho años y los dibujaba, después los imprimía y se los llevaban. Me traía hojas del trabajo y cada vez que llegaba con las hojas me ponía re contento solo con el olor de las hojas, la abrazaba.

Ella siempre me apoyo desde que era niño. Ella siempre decía que era la “presidenta del club de fans” y yo pensaba “club de fans”, era tanto lo que insistió que con el tiempo llegue a tener un club de “Fans de caricaturas Nico Méndez” y ella me decía “te dije que iba a ser la presidenta de tu club de fans”. Va a todas las exposiciones, si estoy en algún evento dibujando le cuenta a mis clientes como dibujaba cuando era chico. “Es mi mamá” les digo. Es amorosa y es la que más me apoyo. El incentivo de dibujar bien era para mostrarle a mi padre que podía hacer las cosas bien, pero el apoyo era de mi madre al 100 por 100. Mi hermano dibujaba bien también pero no siguió. Maduró.