Desde hace varios años es considerado uno de los escritores más respetados y buscados, con temas apasionantes que tienen que ver con la historia, pero también con la cultura en general. ¿Cómo fue que, de escribano, pasó a convertirse en un destacado escritor?
Desde niño me gustaba escribir. Quería leer mucho para poder escribir de todos los temas. En aquellos tiempos, las décadas del 50 y del 60 no había talleres literarios, ni cursos académicos … tampoco conocía escritores, ni tenía contacto con periodistas.
Pero también tenía vocación por la escribanía, profesión que habían tenido mi abuelo y también mi padre.
Fue entonces que seguí su consejo: “primero triunfa en una actividad que te independice y luego, ya desde otra plataforma, dedícate a desarrollar lo que te gusta”. Trabajé mucho en mi profesión y fui adquiriendo con los años libros y documentos. Visitaba librerías y remates, compraba archivos, cuadros y objetos relacionados con la cultura.
Pasados los 40 años, una beca a Israel, me abrió los ojos al mundo. Empecé a dar charlas, continué viajando alrededor del mundo interesándome en todos los temas, vidas y costumbres.
Encontré en la fotografía un camino para expresarme a través del lenguaje de la imagen. Un verano, que pasé en las costas de Rocha, a lo largo de largas caminatas por la playa interminable, me encontré con restos de naufragios e historias locales sobre ellos. Y también con el escritor que llevaba dentro. Porque para escribir con propiedad hay que tener un tema, disfrutarlo, investigarlo, sentirlo como corre desde el pensamiento a la pluma…
¿Cómo es el proceso de gestación y producción de sus libros, una vez que elige el tema?
Primero viene la idea, que llega espontáneamente o tras una larga búsqueda, da lo mismo. Un día irrumpe con fuerza. Ahí juega la inspiración, la genialidad, la “tormenta de ideas”. Es un momento maravilloso el ir llenando páginas en blanco (a veces empleo diferentes colores) para anotar las ideas que aparecen, en ciertos casos tan fugaces que no me dan tiempo a buscar el lápiz para anotarlas, sobre todo de noche porque al levantarme se me han deshilvanado.
Luego viene la segunda parte, la de la investigación, que es tomar una lupa y enfocar el hecho, las consecuencias y sus derivados. Uno se siente un detective poniendo cada vez más dificultades a las preguntas. Lo maravilloso del caso, (cualquiera de nosotros puede comprobarlo), es que cualquier episodio por más pequeño, banal y sin importancia que sea, si lo investigamos a fondo empiezan a aparecer sombras ocultas, valores opacados y secretos inconfesos.
Después viene la tercera parte, tan emocionante como las otras anteriores que es la de enfrentarse a la máquina de escribir o al teclado de la computadora y empezar a desarrollar el tema. Marchas y contramarchas, papeles que se rompen, borradores que se corrigen, ideas que se cambian, el tema se va componiendo como un inmenso jardín en que movemos los canteros y acomodamos las plantas o flores de forma armónica.
Para ser un buen investigador histórico hay que tener motivación y también sana curiosidad. ¿En su vida personal también tiene ese entusiasmo y cierta curiosidad por lo que te rodea?
La motivación, que yo identifico con el entusiasmo, con poner el alma en lo que se hace es el primer supuesto para escribir y sobre todo para vivir. Es la regla número uno.
Esa motivación tiene varios escalones previos, uno de los cuales es la curiosidad. Soy curioso por antonomasia. Siempre que pasa algo lo primero que hago es preguntarme o tratar de averiguar el porqué de las cosas.
Te pongo un ejemplo que siempre me ponía mi padre para estimular mi curiosidad y deseos de saber: ocurre un accidente en la esquina. Y hay dos actitudes para ir a ver: uno puede ir simplemente a curiosear e incluso no quiere comprometerse, trata de quedar al margen y otra forma es ir, preguntar, tratar de ayudar, averiguar las causas, ver que se puede hace, esto es sana curiosidad, y esto debe ser uno de los afanes de nuestra vida.
De todos los libros que ha escrito, ¿cuál le puso más dificultades para ver la luz?
Cada libro es un mundo, tiene una historia y un desarrollo desde que se concibe hasta que termina publicado. Es único, con sus facilidades y problemas. Seguramente los que han presentado mayores dificultades son los que llevan imágenes, copia de documentos originales, transcripción de textos delicados, etc. En todo ello hay que tener mucho cuidado y a veces un descuido en la diagramación o en la imprenta puede terminar en un problema para el libro. Por suerte hasta ahora no me ha pasado.
Luego de tener muchos libros de su autoría, ahora presenta «Artistas y cronistas viajeros en el Río de la Plata” junto con la Historiadora de Arte Carolina Porley Vidal? ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en equipo?
No es una experiencia nueva para mí, porque he escrito varios libros en colaboración. En alguno de los 23 restantes que llevo publicados, incluso actué como autor y recopilador con 5 o 6 autores más como en el de Historias y leyendas de la isla de Flores, o en especial el de Faros del Uruguay.
Pero en este caso fue una gran experiencia trabajar en colaboración con una historiadora tan seria y responsable como Carolina Porley Vidal en un tema como el de los viajeros y cronistas que visitaron el Río de la Plata, que tanto me apasiona.
Mi interés va más por la biografía de los personajes y la obra que hicieron con acento en la aventura que significaba venir a estas tierras, a estas dilatadas pampas que tanto atraían a los viajeros europeos de los siglos XVIII Y XIX.
Carolina por su parte colaboró con la parte técnica, la descripción y valoración de los cuadros y en especial los museos o repositorios donde se encuentran y pueden ser consultados por los lectores.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
Hace 25 años que tuve la oportunidad de trabajar en un libro maravilloso. Un pintor histórico dibujaba los antiguos edificios de Montevideo y yo investigaba y escribía sobre ellos. Algo así como si un viajero de hoy estuviera viendo los edificios antiguos. Para describirlos recurrí a leer las crónicas y los diarios de viaje de decenas de viajeros que recorrieron la Banda Oriental y luego la joven República Oriental del Uruguay. Entré en conocimiento de grandes pintores como Emeric E. Vidal, J. Rugendas, Adolphe D´Hastrel, Otto Grashoff, Jean L. Palliere y de grandes científicos como Charles Darwin, Alcides D´Orbigny, Hans Burmeister.
Quedé deslumbrado por todo ello. Cada tanto empecé a publicar crónicas sobre esos pintores y naturalistas hasta que hace un par de años decidí reunir todo el material disperso y conversé con Carolina Porley Vidal para mostrarle el tema.
Juntos planeamos un desarrollo que ahora se concreta con broche de oro, un capítulo final escrito por ella que explica todo el proceso por el cual dichas pinturas no se perdieron en museos europeos, sino que fueron rescatados y comprados por coleccionistas nacionales que visitaron Europa con tal motivo. Luego pasaron a poder del estado uruguayo para integrar el acervo de los museos nacionales.
¿Qué nos puede adelantar sobre su nueva obra?
Para mi cualquier libro, aunque sea de historia o matemáticas, tiene que estar escrito con fruición (pasión). Uno debe poder leerlo hasta con suspenso, con ganas de pasar a la página siguiente. Pero además que nos quede un conocimiento, una visión distinta de ver la historia de estas tierras en épocas pasadas.
Invitamos a los interesados en el tema a que nos acompañen el 7 en el Museo Ralli, en su hermoso entorno, para hablar sobre un pasado que fue pero que siempre está presente. De personajes, pintores, escritores y científicos que pasaron y dejaron impresiones sobre varias regiones de la República Argentina y otras tantas de la del Uruguay.