Comenzaste en los medios, en tu Tacuarembó natal, si mal no recordamos en Radio Zorrilla.
Exactamente, en radio Zorrilla fui locutor-operador cuando tenía 19 años y en aquel momento eran un grupo de medios, tenían una FM y el canal de televisión, así que ahí fue mi primer contacto con los medios
¿Cómo visualizas hoy tu trayectoria si te tomas un segundo para mirar el camino recorrido?
Con mucho agradecimiento, que es lo que corresponde, porque acá hay una confianza depositada por una enorme cantidad de personas, que me permitieron hacer este trayecto, que me permitieron vivir de lo que me gusta; o sea que no hay otra cosa más que agradecer. Creo que, más allá de que es una frase bastante reiterada, el ser agradecido es algo que nos impone la propia circunstancia, sobre todo cuando somos gente que tuvo que trabajar desde muy temprano en la vida, asumiendo que muchas veces ingresabas a algunos lugares siendo muy joven. Por lo tanto tenía que ver primero, en una especie de confianza en lo que podías dar. Así que finalmente, hoy estoy acá, gracias la confianza de mucha gente.


¿Cómo fue la decisión de ir por tus sueños y al mismo tiempo que tu familia se embarcara en acompañarte?
Bueno, como todo en la vida, hay claroscuros. Hay una sensación de que fue una buena decisión, porque para quienes abrazamos este oficio, esta profesión, a veces los medios locales no te ofrecen la posibilidad de tener una vida digna, en familia, más allá de que hay colegas que toman la decisión de quedarse y les va muy bien.
Por ejemplo, algo que me obsesionaba desde siempre y creo que me iba a costar mucho, era enviar a mis hijos a estudiar a Montevideo. O por lo menos, eso era lo que yo imaginaba. Tal vez hoy viéndolo en perspectiva, no tenía por qué ser así, pero yo tenía ese temor, de que con lo que podía ganar en aquel momento, a percibir por mi trabajo, me condicionaría en la formación de mis hijos. Creo que eso fue bastante determinante para mi decisión. Después, siempre te queda la sensación, la duda de saber si actuaste bien o no. Porque, en definitiva un poco después, aquella familia original se fue deshilachando y hoy – obviamente – queda ese sinsabor, de que tuvimos allí algunas circunstancias que tienen que ver precisamente, con la vida, no con esa decisión de venir a Montevideo, que nunca es fácil y que después acá la propia capital te plantea desafíos fuertes.
Hoy combinas radio y Televisión. ¿Cómo llevas esas jornadas laborales?
La radio es apasionante, yo estoy ahora en Carve y creo que la radio sigue teniendo esa llegada a la gente extraordinaria; que no cambia a pesar del tiempo, del avance de la tecnología. Es más, yo creo que la tecnología ayudó muchísimo, porque hoy podés tener esos contenidos en plataformas, se puede escuchar un programa de nuestro país en cualquier parte del mundo. Quien quiera escucharlo puede acceder a eso.
Está también la posibilidad de que los contenidos quedan en la radio, entonces los podés escuchar cuando te guste. En definitiva, me parece que sigue siendo algo que la radio no ha perdido con el tiempo.

Después, la televisión tiene esa particularidad de que pone mucha más presión, es mucho más la cantidad de gente, sobre todo tomando en cuenta que hay una responsabilidad superior, que es la conducción de un noticiero central. Pero también te da la satisfacción de que hay un equipo fuerte detrás, que te permite salir a competir. Salir a la cancha con la seguridad de que vamos a hacer un buen trabajo. Y eso me parece que es lindo. En cuanto a los horarios, yo me levanto muy temprano y ya empiezo a dedicarme a estas tareas y aunque pasen los años, no me cuesta nada, es más, lo disfruto muchísimo y lo agradezco a diario.
¿Que implica estar a diario siendo la cara de un informativo?
Primero, obviamente, conlleva una grandísima responsabilidad, desde luego que trato de estar todos los días a la altura.
Tengo muy presente que la formación continua se impone en cualquier oficio, en cualquier profesión, pero en éste aún más.
Ahí empezamos todos los días de cero, porque todos los días tenemos el mismo desafío: llegar con los mejores contenidos, con la mejor información, con eso del contexto que tanto se menciona, pero que nosotros realmente pretendemos ponerlo en práctica, que es tratar de ir un poco más allá de la noticia fría. Y por supuesto, que el estar al frente de un informativo es también, en alguna manera, es estar al frente del contenido estrella del canal, entonces eso también lleva una responsabilidad adicional.


Cuando aparezco yo, cuando aparecen mis compañeros del informativo, está apareciendo la imagen que el canal pretende dar, porque allí está el espacio periodístico más importante en el sentido del canal. Porque puede haber programas extraordinarios, pero el espacio periodístico del canal, es el noticiero, así que es una responsabilidad mayor, superior sin dudas.
A pesar de la multiplicidad de opciones, de Netflix, etc, la gente sigue consumiendo noticieros locales. ¿Cuál es el secreto para captar la atención a diario de la audiencia?
Creo que hay una necesidad de ratificar lo que uno desde la primera hora del día empieza a conocer, o sea, no hay que llegar como se llegaba antes a las siete de la tarde para saber qué está pasando en el mundo. Hoy lo tenés en tu celular en forma permanente, en los portales y en los propios sitios digitales del canal en el que trabajo y los canales colegas. Así que es muy fácil contar con ese caudal de información. Pero hay un momento, donde uno tiene la necesidad de decantar todo, de escuchar aquel concepto más convencional de un noticiero, qué es lo que realmente está pasando.
Creo que ahí, también juega mucho la confianza y a pesar de la saturación, del bombardeo de información que uno recibe a diario, el informativo está destinado a eso. A decir: esto es lo que efectivamente está pasando.
Por lo tanto, vuelvo al mismo concepto, sigue siendo un acto de gran responsabilidad. Uno ahí no puede fallar, porque ahí lo que está planteado es el compromiso con la gente y ese compromiso con la confianza que deposita la gente, o sea que el margen de error te diría que tiende a cero cada día.


Cuando comenzaste en las mañanas del 4 instalaste la entrevista política como fuerte. Combinaste una pasión para cualquier comunicador, ¿Cómo es entrevistar, con notas al abanico político que la gente por lo general no consume? Pero resultó un éxito, ¿Cómo fue esa experiencia para vos?
Fue maravilloso, debe ser de los mejores momentos profesionales de mi vida, porque como lo acabas de decir, era primero una responsabilidad para el periodista, era la posibilidad de acceder a figuras de primerísimo nivel, no sólo de del sistema político, sino también del mundo académico, del mundo de la cultura y de las ciencias. Pasó muchísima gente por allí y mi secreto, (o de pronto, lo que intenté en aquel momento) fue ponerme en el lugar de las personas que estaban mirando a esa hora. Y sé que son un ejercicio extraordinariamente imposible, porque son tantas las personas que ven, tanta la subjetividad, tantos los puntos de vista, los pensamientos; que es imposible sintetizar en una sola pregunta, lo que querría preguntar a la gente. Pero lo fui intentando y me parece que ahí estuvo gran parte del secreto, que me ubicaba muchas veces en mi rol de comunicador, de periodista, pero muchas otras también, en ese papel del ciudadano común y corriente que quería saber. Y cuando algo no me cerraba, digamos, insistía para que todos tuviéramos una respuesta clara. Así que me parece, que no sólo fue uno de los mejores momentos y de los más lindos. La técnica de la entrevista sigue siendo apasionante y también conservo gratísimos recuerdos, de verdad fue un gran momento.
Crees que hoy, donde aparecen programas que hacen de la entrevista una suerte de gran puesta en escena, pero que también se consume mucho, ¿Reivindicas el mano a mano entre comunicador y entrevistado?
Sí lo reivindico, lo reivindico siempre y me parece que también hay una necesidad de volver a eso más de que también no puedo omitir, no puedo dejar pasar lo que te dice el dato. Y muchas veces el dato también indica que, en estos tiempos donde todo se consume muy rápido, donde todo es demasiado efímero, hasta en la realización de entrevistas, uno tiene que leer el dato y muchas veces te dicen, mira la entrevista sería fantástica, pero tal vez no para un informativo; porque está demostrado que la atención de la gente, aun siendo extraordinario el entrevistado, no va más allá de los 6, 7, u 8 minutos, entonces ahí hay que lidiar con eso.
Por lo tanto, la entrevista mano a mano que yo la sigo reivindicando, merece un lugar (que no tengo claro cuál es en la televisión), pero merece eso, porque además en la generación, en la creación de climas con el entrevistado, uno se tiene que tomar algún tiempo. En el noticiero a veces, como se dice vulgarmente, hay que “ir a los bifes” porque tenés poco tiempo. En cambio, en una entrevista donde se pueden extraer cosas interesantes, o que sea rica para la gente, creo que sí hay que manejar otros tiempos, que no van más allá, obviamente de los 30 minutos. Pero una cosa son 30 minutos en una entrevista y otra distinta son 10 o 12.

¿Cómo observas la marcha del gobierno a casi dos años de gestión y con un referéndum de por medio?
Bueno, ahí también vuelvo al tema de los datos. Los datos hablan, yo soy una persona que cree en la seriedad de las empresas encuestadoras y todas coinciden en que la gente ha valorado la gestión del gobierno actual.
Naturalmente, al ser la política una actividad esencialmente humana, tiene claroscuros también, tiene momentos de luces y otros de sombras, pero de verdad me parece que nadie imaginaba enfrentar una circunstancia como la que debió afrentarse; con un gobierno que ha sido también reconocido a nivel internacional, esa es la verdad.
Así que por un lado está el reconocimiento interno, que se ve a través de las encuestas, reiteró, yo confío en esas mediciones, son empresas serias, así que no habló en todo caso por mí, sino por lo que dicen. Y después también, el hecho de que el manejo sanitario, por ejemplo, ha sido destacado en el mundo, así que me parece que en ese sentido deberíamos valorar que hemos tenido un gobierno serio, que ha encarado este momento histórico con seriedad. También, (y esto no es simplemente por una cuestión de quedar bien con la oposición), pero esta, aun cometiendo algunos errores al principio de la pandemia, no ha planteado, digamos, “quemar, incendiar la pradera”, aun cuando había circunstancias socioeconómicas muy complejas.
En cuanto al referéndum, creo que habrá un antes y un después, sin dudas, gane quien gane va a tomar en cuenta ese resultado de cara a las próximas elecciones, eso es así. Lo que uno debería esperar, es que el 28 de marzo el Gobierno siga avanzando con su tarea de gobernar, con su tarea de impulsar algunas reformas que se vuelven imperiosas, que no pueden dilatarse más en el tiempo y la oposición va a seguir en su juego de alcanzar una vez más el Gobierno. Ese es el juego de la democracia y debe ser siempre bienvenido, pero me parece claramente que va a haber una lectura muy proclive a imaginar escenarios de otros ciclos electorales que se avecinan.
¿Sentís que hay grieta como le llaman en argentina, entre los propios periodistas y sus posturas políticas?
Yo a veces, hasta evitó utilizar el término, porque es como invocar la cuerda en la casa del ahorcado y no me gustaría que se diera esa situación.
Creo que efectivamente hay veces que las posturas se radicalizan, se perdió un poco que el país que dicen, de la “Olímpica”, ahora es un país más de “Ámsterdam” y “Colombes”, de cada uno gritando sus consignas, pero sin escuchar mucho lo que pueda decir el otro. Sí me parece que las redes, han influido de manera determinante para que uno perciba, una especie de clima, que no sé si al final de cuentas, es el clima de la gran mayoría de los ciudadanos; pero en definitiva, las redes a veces manifiestan ese clima de tensión, de polarización.
Pero también hay que recordar que grietas hubo en el pasado, acá hubo guerras patricidas, hubo sangre derramada, hubo enfrentamientos de lo más salvajes que uno pueda imaginar y de eso se salió. Así que, lo que creo que hay ahora es, obviamente un posicionamiento de cada uno de los actores, la propia gente, que toma partido y desearía quedarme con lo que dice Ignacio Munyo: “Nosotros no tenemos una grieta, en todo caso, tenemos un sanjón, una cañada, una zanja, que puede cruzarse de un salto.” Ojalá que sea así, que podamos una vez más reivindicar que Uruguay también en eso es diferente.
¿Cómo sobrellevas el tiempo de tu profesión con la familia?
Bueno, por suerte he logrado acomodar las piezas y eso lo tengo que agradecer, porque aquellas madrugadas para la radio, ya dejaron hace tiempo de ser un limitante en ese sentido.




Ahora, aun levantándome temprano por una cuestión que está asociada a mi ADN, puedo disfrutar de los más chiquitos, que son los que están conmigo en este momento y puedo destinarle tiempo a los más grandes, porque he logrado conciliar un poco ese aspecto de la familia con el trabajo. Para mí era un objetivo. Claro que el tiempo siempre falta, sobre todo porque las jornadas se vuelven un poco largas, pero en la mayoría de los días, puedo administrarlo bastante bien. Me permito el lujo de llevar a mis hijos chicos al colegio y muchas veces de comer con ellos, así que me parece que por ese lado no puedo quejarme.
En estos momentos de tanta conmoción a nivel mundial, como periodista y como hombre, ¿Cuál sería tu deseo más ferviente al día de hoy para vos, tu familia y también para el mundo?
Lo que está pasando en otros países del mundo es terrible y a mí me parece que veces el hecho de prácticamente transmitir una guerra en vivo, nos hace perder un poco de sensibilidad, que forma parte también de la agenda periodística, entonces sabemos que hoy seguramente el noticiero lo vamos a abrir con el tema de Ucrania, vamos a sentirnos acongojados, agobiados, se nos va a apretar el pecho por mirar las imágenes, sobre todo de las víctimas, de los niños, en fin. Pero después, probablemente, pasemos a otro tema y ya aquello vaya quedando como el margen.
Me parece que eso es triste, es terrible porque lo que está pasando nadie puede, siquiera imaginarlo. Cuesta mucho comprender cómo, a esta altura de la historia de la humanidad, caímos una vez más en un conflicto de estas características. Por lo tanto, yo deseo, lo que desearía cualquier persona en el mundo, que esto pare de una vez, hay mucho daño ya hecho y nada hace pensar que esto vaya a cesar pronto. Las consecuencias van a ser largas y estamos viviendo, algo que el contador Enrique Iglesias ha dicho muchas veces: “Esto no es una época de cambio, esto es un cambio de época”. Acá me parece que estamos cambiando algo en el mundo y ojalá que sea bueno, pero a veces las señales no nos permiten ser tan optimistas.”