La fecha tiene como objetivo crear conciencia, impulsar, informar y educar en un uso responsable, respetuoso, crítico y creativo de la red. Además, es un día para recordar la importancia de proteger los derechos de la infancia en Internet.
La jornada se ha convertido en un evento histórico en el calendario de seguridad en línea, celebrándose en más de cien países alrededor del mundo.
En ese contexto, Unicef y Ceibal elaboraron la guía «Pantallas en Casa» que contiene recomendaciones para toda la familia y orientaciones para acompañar a los más pequeños en la navegación.
El material hace hincapié en que el uso de internet por parte de niños, niñas y adolescentes es una gran preocupación de los adultos que forman parte de sus vidas. La sociedad está viviendo una transformación digital que la ha tomado por sorpresa. Ha sido un cambio profundo y rápido, y los adultos se han esforzado por aprender las claves, para convivir con la idea de que los niños y adolescentes se comunican a través de la tecnología.
La información disponible sobre el uso de las pantallas en niños y adolescentes, por momentos, resulta contradictoria. Algunos referentes en el tema dicen que la tecnología es buena para los niños, otros dicen que es mala; un día se asegura que habría que prohibirla, otro día, que hay que estimularla. Esto deja una inevitable desorientación sobre cuál es la mejor forma de acompañarlos en su uso.
La crisis sanitaria dejó en evidencia la conveniencia del uso de la tecnología para dar continuidad a ciertas actividades, como el trabajo, la educación, el entretenimiento o la comunicación con familiares y amigos. Además, ha generado un aumento en el tiempo que los niños, niñas y adolescentes pasan frente a las pantallas. Pero, a la vez que se presentan estas nuevas oportunidades que trae la tecnología, pasar más tiempo en las plataformas virtuales puede significar una mayor exposición de niños, niñas y adolescentes a los riesgos en internet. Por eso, en este contexto, los adultos deben poner especial atención en desarrollar los conocimientos, las aptitudes y los recursos necesarios para promover la seguridad en línea.
Esta guía, elaborada por Unicef y Ceibal, ofrece información para que las familias puedan orientar adecuadamente a sus niños, niñas y adolescentes en el uso seguro y saludable de internet y de las redes sociales. En ese sentido, “prepararlo para identificar el riesgo y enseñarle a ese capitán a manejarse en alta mar será la forma de evitar el peligro”, se expresa en el documento.
Asimismo, en el documento se plantean las siguientes interrogantes: “¿Qué tengo que enseñarle para que pueda usar la tecnología en forma segura?” o “¿A qué edad tengo que enseñarle estas cosas?”.
Otro aspecto importante es que la tecnología no puede cumplir sistemáticamente la función de entretener, de la misma forma que no dejamos que un niño solo se alimente de golosinas, ni tampoco que juegue todo el día sin ir a la escuela o se acueste a la hora que tenga ganas.
Paralelamente, expresa que “los adultos tienden a pensar que el riesgo está en la web, sin darse cuenta de que el mayor riesgo está en la calidad del vínculo que tienen o no tienen con los niños. Por lo tanto, es fundamental desarrollar pautas de comunicación y confianza adecuadas entre niños y adultos para que, si los más pequeños enfrentan un problema o necesitan ayuda, acudan a sus referentes adultos en lugar de huir de ellos.
Desde que el niño es pequeño se deben desarrollar dos aspectos fundamentales para que pueda navegar seguro:
-Las habilidades necesarias para que pueda hacerlo en forma responsable.
-La confianza en el adulto para que pueda pedir ayuda cuando se enfrente al riesgo.
La guía cuenta con recomendaciones para niños y niñas de 0 a 6 años e indica que el uso de internet a esta edad no les ofrece nuevas oportunidades a niños y niñas, diferentes a las que pueden tener en el mundo real.
La situación cambia en niños de edad escolar: 6 a 12 años. A partir del ingreso en la escuela, el uso de la tecnología empieza a ofrecer a los niños nuevas oportunidades. Sin embargo, es importante continuar siendo monitoreado por el adulto, ya que los niños pueden acceder a información para la cual todavía no están preparados. Se les debe enseñar cómo manejar los contenidos que se comparten, sobre todo cuando empiezan a usar las redes sociales o a jugar online.
En la adolescencia -12 a 18 años- se debe tener en cuenta que los adolescentes pasan horas en las redes sociales, no porque existan los celulares o porque generan adicción, sino porque necesitan mucho tiempo para vincularse. Hoy la forma de vincularse es por medio de las redes y más que monitorear el tiempo en que las utilizan, hay que monitorear el tiempo que pasan en el mundo real y hasta dónde cumple con lo que es esperable para su edad: estudiar, asistir a clases, hacer deporte, leer, participar de eventos sociales o familiares, compartir la cena, etc.
Seguirlos en las redes no es una buena idea. Los adolescentes empiezan a tener un mundo privado donde ensayan su identidad. Eso no significa nada nuevo o distinto. Está bien que los adultos se queden afuera de su vida social.
Los adolescentes no quieren que el adulto les diga qué hacer, tampoco quieren que sea su amigo sino que lo necesitan un adulto que sea referente, alguien en quien confiar y el vínculo sigue siendo fundamental, lo mejor para construirlo es darles dos mensajes importantes a los adolescentes:
– Que están aprendiendo y pueden contar con el adulto. Es importante que los adultos puedan pasar de “no puede ser que hagas esto” a “vamos a pensar juntos cómo lo puedes hacer mejor la próxima vez”. Enseñar, en vez de criticar.
– Que el adulto está para ayudarlos a explorar sus propias opciones. En vez de “tienes que hacer esto” pasar al “¿cómo se te ocurre que lo podrías solucionar?” (y pensar con el adolescente dos o tres opciones para ayudarlo a evaluar cuál es la mejor).
Se puede acceder a la guía completa ingresando en https://www.unicef.org/uruguay/sites/unicef.org.uruguay/files/2020-06/Gu%C3%ADa%20Pantallas%20en%20casa%20UNICEF.pdf