El proceso está en actividad y se genera por una fricción entre la superficie terrestre y los océanos.
La Luna se aleja imperceptiblemente de la Tierra, a una velocidad aproximada de 3,82 centímetros por año, hasta que llegará el día en que desaparezca de la vista humana y se lleve la fascinación y el misticismo que inspira.
La fricción generada entre la superficie terrestre y los océanos provoca que la rotación de la Tierra sobre su eje se desacelere gradualmente y el satélite terrestre se distancie a un ritmo constante.
Si bien el proceso es lento y se inició junto con la formación de nuestro planeta, la distancia creciente entre ambos cuerpos celestes podría modificar significativamente la percepción de la Luna en el cielo a lo largo de millones de años.
Sarah Romero, periodista científica de la revista Muy Interesante, calculó que, a este ritmo de distanciamiento, aunque lento, la Luna podría dejar de ser visible a simple vista en un horizonte temporal de unos 50.000 millones de años.
Visibilidad futura
Desde tiempos antiguos, la Luna ha sido un componente fundamental en la vida y los ciclos de nuestro planeta. Sin embargo, un fenómeno natural pone en riesgo su visibilidad futura. A medida que la rotación se ralentiza, la Luna se aleja en respuesta a estas modificaciones.
Eventualmente, la Luna alcanzará una órbita estable en la que dejará de alejarse de la Tierra.
Aunque este cambio ocurrirá a una escala temporal tan extensa que resulta difícil de concebir, podría tener implicaciones para los ritmos biológicos de los seres vivos. Ya, en materia de especulaciones, repercutió en las proyecciones astrales.
El distanciamiento de la Luna de la Tierra no solo afecta su visibilidad futura, sino que también puede tener implicaciones para nuestro planeta.
Aunque los efectos a corto plazo son mínimos, a largo plazo podrían producirse cambios significativos en el entorno terrestre.
La desaceleración de la rotación terrestre afectará gradualmente la duración del día.
Los ritmos circadianos humanos y de otras especies, adaptados al ciclo de 24 horas, podrían necesitar ajustes si los días se alargan a 25 horas.
Este martes 27 de agosto, la Luna, Júpiter y Marte se alinearon en una inusual conjunción astronómica, formando un «triángulo cósmico» que fue visible en diversas partes del mundo.
Este fenómeno ocurre cuando dos o más astros aparecen cercanos entre sí en el firmamento, debido a sus posiciones relativas con respecto a la Tierra, creando la ilusión de proximidad.
Desde el observatorio Astropatagonia (ubicado en Ñirihuau), compartieron imágenes de este singular evento, donde la Luna se veía formando un triángulo con los planetas vecinos del sistema solar.