—¿Cuál es tu evaluación de este momento profesional tuyo luego de un año y medio complicado, cuando te quedaste sin televisión por tu salida de «Punto penal» y «Fox Sports»?
—La verdad que estoy muy contento. Me gusta remarla. No soy de deprimirme, pero me bajoneo más cuando me va bien que cuando la tengo que remar. Quizás porque siempre fui rebelde y a los rebeldes les gusta más surfear la ola que bañarse en agua de pozo. Este año cambiamos de radio con «Las voces del fútbol». Volvimos a la 30 (Radio Nacional). Y a comienzos de este me vino a ver un muchacho que se llama Freddy, quien me propuso explotar más las redes y YouTube, un territorio que yo no había explorado prácticamente porque soy de otra generación. Lo conversamos, me pareció buena la idea y creamos el canal de YouTube «Las voces del fútbol», donde subimos en formato video notas o debates que tenemos en la radio. Ha sido un exitazo. En cuatro meses ya tenemos 10.000 suscriptores y 1,1 millón de vistas de nuestros contenidos. Empezamos a hacer vivos especiales y además, el programa está saliendo en vivo todos los días por Cardinal TV.
—¿Te has convertido en «youtuber»?
—No llego a eso. Pero uno se tiene que reinventar y la repercusión positiva me ha sorprendido. También empezamos con un programa nuevo de entrevistas, que se llama «Charlando con Julio Ríos». La primera nota con Eunice Castro tiene casi 50.000 vistas; eso son casi 20 puntos de rating en la televisión tradicional. Tenemos un día en el programa, que le llamamos el «viernes dorado», cuando nos vieron 50.000 personas. Fue cuando conté un problema interno que hubo en Nacional después del partido ante Torque. Estamos impactados con la repercusión y además la buena onda de la gente. A veces son temas polémicos, sin embargo, las devoluciones son muy positivas. Nos siguen desde varias partes del mundo: España, Francia, Estados Unidos, Canadá…
—¿Lo decís en contraste con otras épocas tuyas que eventualmente recibías más críticas?
—Yo siento que me estoy volviendo un poco viejo porque siento mucho afecto. Nunca tuve un problema y en la calle la gente siempre fue muy amable. Hoy siento que comienza a haber un reconocimiento de esos que se originan cuando tenés muchas décadas en esto; yo ya llevo 37 años en la comunicación. Pienso que pasa por ahí. Así que más allá de que me tengo que remangar todos los días, estoy muy gratificado. He tenido épocas de mucha devolución desde lo económico y ahora me toca vivir mucha devolución desde el reconocimiento. No le estamos sacando rédito económico al canal de YouTube pero igual termino feliz cada jornada.
—»Charlando…» es un programa de entrevistas, ¿por qué ese género?
—He ido mutando. Desde chico siempre tuve gran pasión por el relato de fútbol. Luego me enamoré del periodismo y finalmente de las entrevistas. Lo hago con el mismo ímpetu de alguien que recién empieza. De la misma forma que en cierto momento propuse en «Punto penal» hacer notas políticas, hablé con Freddy para este proyecto y le dimos para adelante. Hicimos también a Álvaro Navia que fue un suceso y con Fernando Pereira, presidente del Pit – Cnt, hablamos de todos los temas. Es la próxima nota que va a salir.
—Volviste a Canal 10 como participante de «Masterchef celebrity 2», ¿te sorprendió regresar tan pronto?
—No, porque no me fui en malos términos del Canal. Muchos menos con Punto penal. De Daniel Acevedo, su director, soy muy amigo.
—¿Cómo te sentiste en tu debut de «Masterchef»?
—Pocas veces en mi vida pasé tantos nervios. Estoy acostumbrado a las cámaras, además que conozco prácticamente a todos los muchachos que trabajan ahí. Pero lo que parece fácil para quien está mirando como hacer una ensalada se vuelve muy difícil ahí adentro. Tenés media hora, no sabés bien dónde están las cosas, están las cámaras, las luces… Además, tenía los nervios de no quedarla en el primer programa. Hubiera sido un papelón. Por suerte y aunque raspando, pasé.
—¿El programa de entrevistas, como proyecto, lo llevaste a algún canal?
—No. La única propuesta televisiva que tengo, fuera de Masterchef en Canal 10, es de Argentina. Tengo un ofrecimiento de una cadena importante pero la verdad es que no he querido irme. No le dije que no definitivamente, aunque tampoco creo que me esperen toda la vida. Vamos a ver. Ya me fui dos veces de este país y en este momento lo que tengo es ganas de quedarme.
—Últimamente se te ha visto más cerca de la política. Incluso tuviste una reunión con el presidente Luis Lacalle Pou, en agosto del año pasado.
—Sí. Yo tengo un objetivo político de cara al futuro si Dios me da la vida. No me interesa sentarme en el Parlamento; no creo tener las condiciones para eso. Lo que me gustaría el día de mañana es devolverle a mi departamento lo que me dio o poder dejar un legado en Lavalleja, donde nací y me crié. En la vida, más allá de los momentos vividos, lo más importante es el legado que dejás para tus hijos, para amigos y para tus semejantes.
—¿Has tenido ofrecimientos políticos?
—Sí, los he tenido, del Partido Nacional y también del Frente Amplio.
—¿Hacia quién te sentís más cercano?
—Por más que voté a Tabaré Vázquez en el primer gobierno, soy blanco por esencia. No lo oculto. Vengo de familia blanca y Lavalleja es un departamento netamente blanco. Lo que no me impide respetar otras posiciones y halagar cosas que hizo bien la izquierda. Creo, por ejemplo, que el primer gobierno de Vázquez fue un muy buen gobierno.
—¿Cómo surgió la relación con Lacalle Pou?
—Yo tengo una gran relación con Martín Lema. Lo conozco desde que era adolescente. Iba al estudio de «Las voces del fútbol» porque le gustaba el programa y la radio. Ya desde entonces decía que quería ser político. Lo que sucedió hace unos años fue que se casó uno de los asesores financieros de Luis (Lacalle Pou) que vivía en Estados Unidos. Vino a casarse a Punta del Este y era muy fanático de «Las voces del fútbol». Nos escuchaba todos los días. Entre Martín y Luis quisieron organizarle la sorpresa de que yo estuviera en el casamiento. Fui a la fiesta y fue impresionante: estaba en pleno furor la canción que hicimos con El Reja en ese momento. Pasamos bárbaro. El novio se puso a llorar. La novia se me acercó y me dijo: «Mirá, Julio, creo que fue más importante que vinieras vos a que estuviera yo». Con Luis conversamos mucho esa noche y desde entonces quedamos en contacto. Por ejemplo, me llamó cuando tuve COVID en mayo y el año pasado me invitó a la Torre Ejecutiva.
—¿De qué conversaron?
—Charlamos de temas personales, del futuro y de posibilidades que había. Hay un respeto que yo lo sentí y lo valoro. Nunca había vivido la experiencia de que un presidente te llame. Yo miraba el despacho que es enorme. Y allí en el medio hay un escritorio, donde está el presidente. Ahí interpreté lo que puede ser la soledad del poder.
—¿De ese futuro político que vos tenés hablaron en la reunión con Lacalle Pou?
—Ni él me ofrecería algo que yo no pudiera hacer, ni yo lo aceptaría. Eso está claro. Lo único que aceptaría sería un lugar donde sienta que mi experiencia vale. Él suele designar a los miembros del equipo en función de que estén capacitados para ese lugar. Si el tema se da, espectacular y si no se da, no hay inconveniente.
—¿Qué pasó con Alejandro Capuccio, con quien has estado muy crítico últimamente?
—Desde el punto de vista humano, noté un cambio radical. Cuando dirigió a Rentistas, siempre que lo llamábamos hablaba. Ahora es muy diferente. Yo interpreto que cuando llegas a una institución grande como Nacional la situación es otra. Pero en Nacional dirigió Álvaro Gutiérrez y era la misma persona de cuando tenía no laburo. En Peñarol fue técnico Mario Saralegui y se comportaba igual a cuando no tenía club. En este caso, sentí que Capuccio le vendió el alma al diablo para poder dirigir a Nacional. Se despersonalizó. Yo le miro el rostro en TV cuando está dirigiendo los partidos y no es el mismo de cuando estaba en Rentistas. Es otra persona. Y ese cambio se nota también en lo futbolístico. Está totalmente perdido; hace mal los cambios, planifica mal los partidos. Esa es mi opinión.
—Supongo que en algún momento gestionaron alguna nota, ¿qué respondió?
—Mi productor le preguntó un par de veces y después ya está. No respondió. Creo que en la vida hay que tener memoria y coherencia. Ahora, si vos llegás a un lugar y te hacen firmar un contrato donde dice que la comunicación la va a manejar el club, el que te va a decir cuándo y con quién podés dar notas, le estás vendiendo el alma al diablo. Porque hace cinco meses dirigías a Rentistas y hablabas sin problemas. De todos modos, como periodista eso no es lo importante. Si lo tengo que elogiar por lo que plasma en cancha, por más que no hable, lo voy a hacer. El tema es que en cancha ha sido un desastre también.
—Hiciste referencia en la radio a un altercado que hubo en el vestuario de Nacional luego del partido que perdió con Torque por 0-3. ¿Por qué no lo contaste con nombres el episodio?
—Yo conté lo que creía que había que contar. Después del partido con Torque hubo una alocución de Capuccio dirigida a un jugador. Y ese jugador le saltó a la yugular. Otro compañero, a su vez, recriminó a ese mismo futbolista cuando tiempo atrás lo había defendido en otro problema frente al plantel, que se lo quería comer en dos panes. Como era previo a un clásico no quise embarrar la cancha y no conté más. Además, uno de los jugadores involucrados me merece gran respeto y creo que lo han manoseado en los últimos tiempos. Si bien sale bien posicionado de la situación, si lo nombraba quizás le hubiera generado un problema en la interna y no quería. Y ojo que no me lo contó él. Lo supe por otro lado. Por ese motivo no di nombre y apellido. A lo mejor es cuestionable mi actitud, pero fue la decisión que tomé.
—Siempre estás informado sobre las idas y venidas del mercado de valores en Wall Street. ¿Cuáles son las últimas tendencias? ¿En qué aconsejarías invertir?
—Es un tema atrapante. Los últimos resultados en Estados Unidos no fueron tan malos como se esperaba. El gobierno de Biden prepara otro paquete de un trillón de dólares de ayuda a la población. Uno pensaba que esto podía generar una devaluación del dólar y una inflación. Pero no se ha depreciado el dólar. Ya se toma como la moneda de referencia en el mundo y parecería que no importa que se emitan más y más billetes. Siguen valiendo lo mismo. Es un tema interesante para analizar. Con respecto a las acciones, lo que puedo aconsejar en este momento es no comprar ninguna acción de empresa china. El gobierno decidió una fuerte política de intervención en la educación y eso ha generado un descalabro en el sector. Un gigante como AliBaba (que es el Amazon de China) bajó escandalosamente. Hay acciones que son una fija, aunque nunca la bolsa es un cheque al portador. Pero Virgin Galactic, con el proyecto de viajes al espacio que se van a hacer próximamente, es una inversión segura. Hoy vale 26 dólares la acción y va a crecer. Tesla, líder de los autos eléctricos, también va a subir. Todo depende del riesgo que uno quiera tomar y el plazo con el que aspira a tener una devolución, pero en líneas generales hay que apostar a las empresas que son tendencia en materia tecnológica.
—Decías que estás en un momento gratificante desde el punto de vista de la repercusión en el público de tu trabajo, pero no tanto económicamente como en otros tiempos. ¿Dirías que hiciste una base y que estás salvado desde el punto de vista financiero?
—Salvado nunca está nadie. Pero no me puedo quejar. Hice una buena diferencia que me permite vivir tranquilo. Invertí, sobre todo en ladrillos y siempre traté de ser precavido con el dinero. No tengo grandes gastos. Salgo poco. Lo que me gustó siempre fue viajar y antes de la pandemia lo hacía todos los años. Lo más increíble es que trabajando en Estados Unidos y en Argentina, como me pasó, puedo decir que la diferencia la hice en Uruguay.
—¿Leíste el libro de Wilmar Valdéz, «El fútbol y mi verdad»?
—No. ¿Qué voy a encontrar en el libro de Valdéz que no sepa? Él puede contar la versión que quiera, pero yo lo viví en primera persona. Fui protagonista del tema y a mí no me puede mirar a la cara y decirme algo diferente de lo que yo sé. Cuando decís la verdad medís 3 metros. Cuando no la decís, tu estatura baja a 20 centímetros.
—Es un testimonio en el que él se ubica en un lugar de víctima de una maniobra…
—¡Por favor! No creamos que el uruguayo es tonto. Nunca me pasó en la calle que alguien me dijera algo en mi contra y a favor de Valdez. En cualquier país del mundo se hubiese ido sobre la persona para comprobar si era corrupta o no. Cuando un presidente de la AUF habla de «puntita» y se pasa horas caminando con otra persona, ¿está bien o está mal? No. Ese no fue el centro de la cosa, si no cuál había sido mi rol. Se ve que algunos estaban esperando algo para hacerme tropezar. Se la agarraron conmigo.
—¿Crees que Valdéz quiere volver a la dirigencia del fútbol?
—En el fútbol uruguayo puede pasar cualquier cosa, hasta eso puede pasar. Cada uno sabrá qué fue lo que hizo y lo que no a la hora de apoyar la cabecita en la almohada. Yo estoy muy tranquilo. Todo este tema lo ha podrido la FIFA y los organismos internacionales que le pagan fortunas a los dirigentes. ¿Cómo un dirigente puede llegar a ganar 60.000 dólares? Lo que antes se hacía de una manera, ahora se blanquea. ¿Crees que alguien que tiene ese ingreso va a levantar la mano para estar en contra de alguna decisión de la FIFA? El presidente de la AUF queda condicionado a lo que diga la FIFA.
—De hecho, en la polémica sobre una posible pérdida de dos estrellas en la camiseta de Uruguay no hubo mucha repercusión a nivel de la AUF…
—Por supuesto. Si vos ganás 60.000 dólares, ¿vas a organizar una manifestación para que te devuelvan las estrellas? Dejalo así. La obscenidad de lo que se paga a nivel de dirigencia en el fútbol ha desvirtuado todo.