—Te tocó relatar a Uruguay frente a Perú en la transmisión de Tenfield. ¿Se siente algo especial relatar a la selección?
—Sí. Es lo mismo que le pasa a los jugadores. Aunque digan que se sienten igual en la previa de un clásico que en un partido X, no es así. No se siente igual. Me acuerdo que el domingo en que iba a relatar el clásico, salí del “Polideportivo” y le dije al Loco Abreu: “¿Sabés que tengo en el estómago algo que hace tiempo que no me pasa?”. Me respondió: “Es buena señal, preocúpate cuando no pase eso”. Parecía que iba a ser mi primer partido cuando en realidad tengo años en esto. Lo mismo me sucede con Uruguay, porque la exposición que genera el relato de un partido así es enorme y conlleva una gran responsabilidad también. Cualquier cosa, buena o mala, sabés que se va a amplificar mucho.
—Desde el fallecimiento de Alberto Sonsol, Tenfield optó por una política de rotación de sus relatores y te tiene entre sus primeras opciones…
—Sí, es un orgullo. En el canal hay un montón de buenos relatores y todos están esperando su oportunidad. Lo tomo como un gran reconocimiento. Hacía mucho que no relataba fútbol para televisión. Había tenido un pasaje en los comienzos de Tenfield como relator de los partidos de la “B” pero luego me volqué más que nada al básquetbol. Recién en noviembre del año pasado volví a los relatos de fútbol y ahí el bichito me empezó a picar de nuevo.
—Sonsol fue quien te dio la primera oportunidad en el periodismo deportivo, cuando tenías 15 años. ¿Cómo te impactó su muerte?
—Fue muy fuerte. Hasta el día de hoy no puedo creerlo. No termino de entender cómo se fue tan rápido. Comparto un montón de días con “Lali”, su hijo (el domingo fue el encargado de relatar Uruguay-Bolivia). Aunque trabajamos en radios distintas, nos encontramos mucho en el básquetbol y tenemos una muy buena relación. Por supuesto Alberto está siempre presente en nuestras conversaciones.
—¿Cómo te sentís junto a Juan Carlos Scelza en los comentarios?
—A veces la gente lo critica, pero yo tengo que decir que sentí un apoyo muy grande de él. Nunca habíamos trabajado juntos hasta aquel partido entre Deportivo Maldonado y Nacional, que fue el primero luego de la muerte de Alberto. Estábamos todos emocionalmente destruidos y Juan Carlos fue un puntal ese día. Después vinieron otros partidos en los que trabajamos juntos y con muy buena sintonía: está bueno cuando tenés una persona al lado que sentís que te apoya y con quien trabajas muy cómodo.
—El “Polideportivo” cumplió un año hace pocas semanas, ¿qué balance hacen?
—Muy bueno. Superó nuestras expectativas desde muchos puntos de vista: en audiencia, en lo comercial y en los contenidos. Desde el aspecto periodístico estamos haciendo el programa que queremos hacer. No era fácil entrar en un nicho donde “Punto penal” estaba instalado desde hacía muchos años. Fue raro desde lo personal porque allí tengo amigos como Martín (Charquero), como Mauro (Mas), Fernando Corchs o Roberto Moar. Yo trabajo con ellos en la radio desde hace muchos años y por momentos es incómodo para nosotros porque la competencia de cada domingo es fuerte, pero somos amigos al mismo tiempo. Se da una situación muy rara.

—¿Son de comentarte cosas de los programas con Mauro o con Martín?
—Cero. Ni una palabra hablamos de los programas de uno u otro. Además, yo soy el productor ejecutivo del «Polideportivo» y me rompo toda la semana para conseguir las mejores notas. Y del otro pasa lo mismo. Muchas veces llamamos a un protagonista y te dice: «Mirá que también me llamaron de ‘Punto penal’”, lo que hace que también los invitados se sientan un poco incómodos. Tenemos un mercado muy chico y se dan esas tiranteces todas las semanas. Me genera incomodidad, pero es así: las dos partes sabemos que son las reglas del juego y nos respetamos a morir.
—¿Cuál dirías que es el diferencial del «Polideportivo»?
—Lo que buscó el canal es que visualmente fuera un programa de nivel internacional. La escenografía es la misma de “Telemundo” y apostamos mucho a los recursos gráficos en las pantallas. En cuanto al contenido, buscamos que haya dinámica. Tenemos los aportes de Gerardo Pelusso y del «Loco» Abreu que dan sus visiones desde la experiencia de haber estado dentro de la cancha mucho tiempo como protagonistas. Eso se suma a nuestra mirada periodística. Creo que se amalgaman muy bien todas las partes. Estamos muy contentos. El “Polideportivo” era una marca en el canal y para nosotros era un desafío defenderla con una propuesta moderna. Por ahora estamos muy contentos con los resultados.

—Uno de los que estuvo de invitado fue Juan Ramón Carrasco, con quien habías tenido diferencias en una entrevista en Radio Sport. ¿Limaron las asperezas?
—Sí. Con Juan hemos tenido idas y vueltas, pero en el fondo tenemos muy buena relación. Él es muy frontal y sabe que yo no soy mala leche. En la radio se molestó hace un tiempo porque le había preguntado si no consideraba que los jugadores de River (equipo que dirigía en ese momento) le habían «dado para atrás». Él lo tomó a mal pero luego lo hablamos. Quedó todo bien.
—En redes sociales suele haber ciertos movimientos críticos hacia los periodistas deportivos. Hace poco, hinchas de Peñarol cargaron contra lo que llamaban «prensa blanca», por una supuesta afinidad hacia Nacional. A vos te metieron en esa bolsa. ¿Cómo te llevás con esas «campañas»?
—Hay que considerar a las redes como lo que son: una expresión muy minoritaria de la sociedad. En Twitter, por ejemplo, está el 8% de los uruguayos. Aunque estemos metidos en el microambiente, no hay que darle más trascendencia de la que realmente tiene. En mi caso, me han dado palos repartidos. Cuando me nominaron para relatar el clásico, aparecieron comentarios del tipo: «Pusieron a un manya a relatar el clásico». Y a los dos días, era «prensa blanca». No hay término medio en las hinchadas del Twitter. No soy de entrar en discusiones. Al principio, cuando había alguna agresión respondía, pero después me di cuenta de que no era el camino.
—¿Y de quién sos hincha?
—Soy hincha mío. Cuando relato, lo que me importa es que salga bien el relato del gol. No existen esas cuentas de que uno relata por más segundos un gol de Peñarol o de Nacional. ¿Alguien puede pensar que eso es así? Con la tensión que te genera relatar un gol en un partido de clásico, con la cantidad de cosas a las que hay que estar atento, ¿voy andar con un cronómetro haber si relaté más largo o más corto un gol que el otro? Es absurdo.

—En «Último al arco» y también en el «Poliderportivo» suelen hacer entrevistas diferentes. ¿Está cada vez más difíciles conseguir notas con los protagonistas?
—Sí. Yo tengo mucho contacto con periodistas argentinos y hoy en día a ellos se les hace más fácil hablar con jugadores de Boca o de River que nosotros acceder a los futbolistas de Peñarol o Nacional. Allá hablan dos o tres veces por semana, pero acá han pasado semanas sin que ningún jugador de los grandes hablara, ni siquiera en conferencia. Me parece que nos fuimos hacia el otro lado. Entiendo el tiempo de los protagonistas y que hay 400 programas deportivos. Pero el hincha quiere escuchar al protagonista. Creo que tiene que haber un equilibrio y en este momento no lo hay.
—Para conseguir esas notas, ¿por cuál camino hay que ir? ¿Por el lado del jugador directo? ¿Por las oficinas de prensa de los clubes?
—Por todos lados. Yo hablo con Martín Sarthou (comunicación de Nacional) y con Diego Pérez (Peñarol) y me dicen cuál es el panorama, que por lo general es: «Esta semana no habla nadie». De todos modos, como periodistas tratamos de hacer otras gestiones. Te cuento un ejemplo: hace unos días me encontré con Kevin Dawson (arquero de Peñarol), que es vecino mío. Le conté que queríamos tenerlo como entrevistado hace tiempo y me dio el ok. Terminé de hacer la gestión con el secretario de prensa (Diego Pérez) y lo sacamos en el “Polideportivo”. Entiendo que muchas veces el jugador se escuda en el secretario de prensa y es quien pone la cara para decir «no». Sé que no es sencillo el rol de ellos, pero te repito: creo que nos fuimos al otro extremo.

—¿Con la pandemia se agravó el problema?
—Totalmente. Fue la excusa perfecta: no más notas presenciales. Todo hay que hacerlo por Zoom. En las conferencias se mandan antes las preguntas y yo no sé si eligen mi pregunta o eligen otra que les gustó más. Eso deja de ser periodismo. Están filtrando demasiado. De hecho, Nacional el otro día cuando presentó a Martín Ligüera volvió a hacerlo de forma presencial. Ojalá se siga esta tendencia.
—A propósito de Sarthou, habías tenido un entredicho fuerte. Él criticó un comentario tuyo sobre la salida de Álvaro Gutiérrez en su momento. ¿Pudieron hablaron?
—Con Martín tuve una reunión dos meses atrás. Había trabajado con él en “Telemundo” y nos conocemos hace mucho. En su momento Martín se equivocó, producto de que recién había entrado en el cargo. Me criticó públicamente, exponiéndome frente a la gente de Nacional cuando yo lo que había hecho fue dar una información periodística vinculada a que la salida de Gutiérrez tenía que ver con que algunos dirigentes no lo querían, algo que después fue confirmado por personas del entorno del propio DT. Eso derivó en una discusión muy fuerte por teléfono con Martín, más allá de lo que nos dijimos en las redes. Pero nos sentamos a tomar un café y lo solucionamos. Él me dijo que no había estado del todo feliz. Yo también le di mi punto de vista y le reconocí que habíamos llevado a las redes algo que podíamos haber solucionado de forma privada. Por suerte quedó todo aclarado y superado el entredicho, como debe ser. Es un ambiente muy chico y las cosas se tienen que hablar para llegar a entendimientos.
—¿Cuál es tu visión sobre la continuidad de Óscar Tabárez en la selección, que aparece muy cuestionado últimamente?
—Creo que estamos en el momento donde más gente pide un cambio de entrenador. Palpo eso. Respeto a muerte la gestión de Tabárez, tengo muy buena relación con él, pero una cosa es el respeto y otra es decirle «amén a todo». Yo creo que en organización, el maestro estuvo a años luz de otros procesos en la selección. Los jugadores tuvieron un montón de facilidades que antes no había: no existía venir en chárter o no estaba el Complejo Celeste. Pero en logros, salvo la Copa América 2011 y el cuarto puesto del Mundial 2010, los resultados no se ajustaron a la calidad de los jugadores que hemos tenido. Creo que estuvimos por debajo de acuerdo al potencial de la generación de futbolistas.
—Más allá de opiniones, ¿ves factible una salida de Tabárez en corto plazo?
—No, ni cerca. Tabárez va a seguir siendo el técnico de Uruguay hasta el Mundial de 2022. Ojalá clasifiquemos. Cuando termine el mundial, ahí se va a dar un cambio de entrenador. Para que pase antes debería ocurrir una catástrofe. No lo veo a Tabárez renunciando y tampoco veo a la dirigencia sacándolo.
—A nivel familiar también estás viviendo una etapa de cambios…
—Sí, me separé en octubre (de su pareja y madre de su hijo, Virginia). Tengo a Santino que cumple 7 y a Vale, de 12, que si bien es hija de Vicky, vive conmigo desde que tenía 1 año y la siento como si fuera mi hija. Después de un montón de años volví a la soltería.

—¿Cómo llevás la soltería?
—Bien. A pesar de que volver a ser soltero con 44 años no es fácil, porque en mi caso, mis amigos de toda la vida están todos casados y cada uno está en la suya, no me pesa la soledad por ahora. Me ayuda la cantidad de horas que trabajo. En los fines de semana, por ejemplo, cuando la mayoría de la gente tiene tiempo libre, yo estoy ocupado laburando. En la semana hay mucho básquetbol también, así que en este momento estoy centrado en el trabajo. En cuanto a la TV, además del “Polideportivo”, me sumé este año como panelista en “Desayunos informales” para la información deportiva y eso también me tiene muy contento.
—¿Tuvo que ver en la separación esa rutina de horarios atípicos?
—Ella me conoció trabajando en esto. Estábamos desde el año 2002. Pero indefectiblemente hay cosas que se van descuidando. El trabajo para mí es sagrado y la pareja también. Pero no siempre es fácil compatibilizar los intereses de todos. Al mismo tiempo, hay un desgaste de tiempo lógico. Lo más importante en estos casos es que haya armonía y buena relación, sobre todo para los niños.
—La pandemia también ha sido complicada para las parejas, con cambios en la rutina…
—En nuestro caso se dio un combo letal: entre la pandemia, la cantidad de trabajo, los malos humores que todos los tenemos. Pero bueno, dentro de todo lo malo que implica una separación, la llevamos muy bien.