El icónico faro de Punta del Este, una de las primeras construcciones en la Península, está siendo restaurado a su color original ocre después de más de dos décadas. Un equipo certificado de Servicio de Iluminación y Balizamiento de la Armada Nacional del Uruguay, especializado en trabajos de pintura en altura, lleva adelante la meticulosa tarea.
La estructura se erige majestuosamente en el extremo Sur Oeste, sobre las calles 2 de Febrero y Antonio Mrak. Fue construido con el fin de orientar la navegación en el Océano Atlántico y el Río de la Plata. Originalmente, en el año 1858, se encontraba en la Isla de Lobos; en 1860 fue trasladado a la Península, y en marzo de ese mismo año fue inaugurado bajo la concesión de Tomás de Libarona. Al extinguirse la concesión el 1º de febrero de 1880, el Faro pasó a ser propiedad del Estado.
El material utilizado en su estructuración fue una amalgama de ceniza volcánica llamada tierra roma, traída de Italia, que le otorga una larga durabilidad en el tiempo. Su torre de mampostería de sección circular tiene una altura de 24,90 metros (44 metros sobre el nivel del mar), el acceso a la cima es mediante escalera de 150 escalones. Su sistema de iluminación fue traído de Francia, es eléctrico y en caso de emergencia funciona a gas de acetileno, emite dos destellos cada ocho segundos, y su luz tiene un alcance geográfico de 18 millas (32 kilómetros aproximadamente).
En 1923 se reconstruyó y se añadieron las edificaciones anexas con las que cuenta hoy en día, piezas para el alojamiento de funcionarios, cocina y comedor, entre otras instalaciones.
El 30 de marzo de 1976 el Faro fue declarado Monumento Histórico Nacional. Actualmente, continúa cumpliendo su función original, es decir, avisar a los navegantes de accidentes geográficos en la zona.
Para devolverle su esplendor y resaltar su importancia histórica, la Armada Nacional del Uruguay decidió llevar a cabo un proyecto de restauración junto a un equipo de expertos pintores en altura, a quienes se los pudo ver trabajando durante esta semana.
El color ocre, que es el tono original del faro, fue meticulosamente restaurado, devolviendo al emblemático edificio su aspecto histórico y distintivo. La nueva capa de pintura no solo realza su belleza arquitectónica, sino que también contribuye a su protección y conservación a largo plazo.
