El trabajo fue declarado de Interés Cultural por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y ganador de una mención especial de jurado en el 8º Festival Internacional de Cine Documental del Uruguay Atlantidoc, seleccionado para participar en el 16 Festival Internacional de Derechos Humanos en Buenos Aires.
Además, fue incluido por el Movimento de Justiça e Direitos Humanos de Brasil para exhibición del documental dentro de sus actividades previstas en Passo Fundo, Río Grande del Sur, Brasil. También fue exhibido en 2018 en un festival de cine de derechos humanos de París, Francia.
Será emitido este viernes 26 de mayo a las 17:30 horas en la sede de ADEOM, Maldonado por la profesora María Julia Listur junto a otras personas que formaron el colectivo «Voces de Canelones».
Listur, enseñaba Historia y fue proscripta por doce años según relató a Portada, al tiempo que compartió detalles de cómo se gestó este documental.
¿Cómo surge la idea de hacer “Las voces de Santa Lucía” ?
“Yo era profesora y era muy militante gremialmente. Y aprovecho a contar esto que nos e sabe. Actualmente se realizan muchos paros, en aquella época nosotros hacíamos paros activos, porque no queríamos perjudicar a los estudiantes. Entonces a veces dábamos clase en los liceos, pero no firmábamos (nos descontaban), otras dábamos clases en la plaza, en la Iglesia, en el club, en cualquier lado. Teníamos el concepto de que el estudiante, que la enseñanza era fundamental para el progreso del país.
Entonces, los profesores de la UTU, de magisterio y del Liceo nos reuníamos, pero cuando empezó este periodo en que la Constitución se vió avasallada y también la falta de libertades, dijimos: tenemos que manifestarnos, pero ¿cómo nos vamos a manifestar?.
Bueno hicimos una reunión, y estaba lleno, lleno de compañeros y gente de todo tipo y decidimos a Montevideo a pie con carteles que digan “democracia y libertad”. De la manera menos violenta posible, simplemente con carteles de “democracia y libertad”.
Al otro día, en un ómnibus, empezaron a llevar a todas las maestras y a todos los profesores la llevarlos pesos. Fue la consecuencia de este hecho tan pacífico y de defendiendo nuestro principios de libertad y democracia.
Como las cosas estaban muy difíciles en Santa Lucía, incluso habían tirado la bomba muy fuerte en mi casa, habíamos decidido mudarnos a Montevideo. Entonces hicimos un asado en el río, invitando a nuestros compañeros, a los que teníamos la misma ideología, pero a todos los vecinos también. No era un asado, político, fue un encuentro de vecinos, de compañeros de Santa Lucía, de amigas, ahí nos llevaron detenidos a todos.” – recuerda María Julia.
“Primero nos llevaron a la comisaría, donde ya estuvimos encapuchados contra la pared con perros que nos asediaban. Y después liberaron a una suma muchos y quedamos unos 10, que nos llevaron a la fuerza de choque en Canelones, donde lo pasamos bastante mal.
Luego liberaron a más compañeros y a 6 de nosotros nos llevaron encapuchados y esposados a San Ramón. En San Ramón nos recibió el principal de allí, no sé si era el Comandante en Jefe, que nos dijo: “Ustedes son tupamaros” Así que por lo tanto nosotros, vamos a responder a toda la violencia que hacen de la misma manera. Y ahí nos colocaron a cada uno en un calabozo, totalmente aislados” .
¿Pero ustedes eran activistas sindicales, pero no eran tupamaros, o sí?
“Pero para nada, nada de eso”. Pero hemos sabido de muchos casos de personas que no tuvieron ni siquiera afiliación a ningún partido político, y también los capturaron. La experiencia en ese calabozo fue muy dura, porque yo ya tenía hijos chicos, y no estaba preparada para eso. En general cuando uno se prepara para una guerra, más o menos se te entrenaba, pero yo no estaba preparada para eso. Era un calabozo pequeñísimo, la luz permanente todo el día, un jergón en el suelo, y recuerdo, que lloraba todo el tiempo por mis hijos. Porque me decían que como nosotros éramos tupamaros, si los tupamaros hacían algo nos iban a matar, y que nunca más iba a ver a mis hijos.
No me gusta mucho hablar de esto, porque si bien yo pase muy mal, hubo mucha gente que ha mucho peor que yo. Por eso el silencio de tanto tiempo, porque escuchamos relatos tan tremendos…”- describe con pesar.
“Mientras estuve presa no probé, solo tomaba agua, por eso llega un momento en que me llevaron al médico casi arrastrando, y él dijo que tenía que irme, y a raíz de eso, nos soltaron.
Pero antes de soltarnos, el comandante me hizo sacar la capucha y me dijo: “Míreme a los ojos y prométame que no volverá ¡nunca más a Santa Lucía ni tendrá relación con ese lugar.”
Y yo le dije: sí, lo prometo. Así fue como pasé. 30 años, sin ni siquiera llamar por teléfono a ninguna de mis amigas, a ninguna de mis compañeras de estudio y de trabajo, ni a los vecinos, a nadie. Sin saber ellas por qué yo había perdido la relación, pero era porque había dado mi palabra” – describe.
Quisimos saber cómo fue que se dió el encentro de estas mujeres que comenzaron lo que luego daría vida al documental Las voces de Santa Lucia.
“Años después el intendente Marcos Carámbula, hizo una reunión de ex- presas políticas. No sé cómo se enteró que había estado presa, pero me mandó invitación y yo fui. Estaba lleno de mujeres y no conocía a nadie, hasta que veo en un rinconcito cinco o seis docentes de Santa Lucia, compañeras mías y ahí empezó la conversación y conversamos, y coincidimos en que ninguna había hablado de lo que habíamos pasado.
Es algo tan cruel el recordar, como lo estoy haciendo ahora. Entonces ahí me salió la profesora de historia y dije: Ahora que estamos mayores, tenemos que hablar.
En Santa Lucia hubo una persecución muy grande y muchas mujeres privadas de libertad. Como yo estaba viviendo en Montevideo decidimos que las que aun vivían allí recorrerían el lugar para, hacer una reunión y preguntarles si querían hablar. Y así fue.” – detalla.
Del grupo consultado, la mayoría había permanecido en silencio sobre aquellas horrendas experiencias, y además la mayoría de las historias de la resistencia que se conocen son de Montevideo, pero muy pocas del interior. La reunión se hizo en la Casa de la Cultura de Santa Lucía, casa en la que Rodó pasaba sus vacaciones, Una hermosa casa con un gran jardín.
Allí surgió la necesidad (como buena profesora de historia) de dejar registro de los testimonios, para que no se perdiera todo, y es así como pensamos en hacer una filmación.
El éxito de convocatoria fue sorpréndete. Tanto el salón como el jardín estuvo repleto de gente que acudió al llamado y allí comenzó la historia de Las Voces de Santa Lucía.
“Este documental se hizo de una forma diferente. Yo simplemente hablo con la que gente que dice que estuvo presa y esa persona (que es un sobreviviente), no tiene guión, no usamos ni guiones ni actores, son los propios sobrevivientes relatando su historia.
Con este trabajo, cuando el historiador recre la historia no va a tener sólo la versión de Montevideo, va a tener la versión del interior.
En este documental casi toda la gente que interviene es de izquierda, pero tenemos el testimonio de un blanco, que además era muy amigo mío. Porque los Derechos Humanos no tienen banderas políticas, ni religiosas ni raciales. Somos todos seres humanos con todos los derechos, y las violaciones fueron para todos.” – Afirma con vehemencia.
Y este viernes 26 de mayo, podremos conocer de primera mano a varios de los protagonistas, ver el documental y adentrarnos en la historia viva de nuestro país. “Defendemos la democracia (y en la democracia no somos iguales como botellas de Coca Cola), cada uno tiene su forma de ser, y defendemos el respeto. Y ojalá que las luchas de cada uno trabajando por su ideal, nos reafirmen más que sentirnos parte de una religión o de un partido, sentimos uruguayos.” – concluyó.