La solicitud de desafuero del ahora ex legislador del Herrerismo, que la fiscal Alicia Ghione pidió al Senado, y éste votó, contiene fragmentos de los ocho testimonios, de las presuntas víctimas, con los que tomaron contacto los miembros de la comisión de constitución y códigos de la cámara alta y ahora la opinión pública.
Los hechos, contenidos en un expediente de más de 60 páginas, son un relato de horror que el ahora ex legislador deberá enfrentar ante la justicia para negar o confirmar.
Allí dan cuenta cómo levantaba menores en el Parque Batlle, concretamente, cita la fiscal, “en la zona de los jueguitos, frente al gusano loco, plazas públicas alejadas de las cámaras o en las inmediaciones del Palacio Legislativo”.
Los jóvenes tenían entre 13 a 14 años, otros de entre 15 a 16 y la forma de relacionamiento fue variando, conforme al avance de la tecnología, teléfono, WhatsApp, Instagram, o a través de un “reclutador intermediario” que también está siendo investigado.
Pero también “en algunas ocasiones se contactaba con adolescentes que simplemente estaban jugando a la pelota en la calle, o iban caminando” según señala en su escrito la fiscal, a raíz de las declaraciones de las víctimas.
Según declararon, luego que las levantara en su auto, se dirigía a moteles o “zonas oscuras de la ciudad”.
El ahora ex legislador pagaba por sus encuentros con dinero, “refrescos” o “comida”.
Un testimonio aportado por la fiscal señala que lo levantó, lo llevó a un hotel en el que le pidió ingresar agachado en el asiento de atrás y luego de haber mantenido relaciones sexuales con él lo dejó en el Parque Batlle y le pagó.
El menor relata que con ese dinero lo primero que hizo fue “comprarse una hamburguesa”. En otra oportunidad el menor de 13 años se negó.
Basada en los testimonios la fiscal indica que había un circuito establecido y la existencia de un modus operandi.
Una de las víctimas era un joven integrante de un cuadro de fútbol que había fomentado el propio ex senador.
En una de las partes más aberrantes de los testimonios presentados, un menor, que tenía 16 años en ese momento, le habría advertido sobre la edad que tenía, a lo que presuntamente el legislador respondió “si hay pelitos, no hay delito”.
Algunos adolescentes relataron temer, por ser un legislador y otros que no lo conocían como tal, pero sabían que era un político porque lo habían visto en la televisión.
La fiscal hace hincapié en el nivel de vulnerabilidad de las víctimas en la mayoría de los casos, no solo por las edades sino por el contexto socio económico y familiar en el que se encontraban.
“Víctimas son o han sido de contexto social vulnerable lo que complejiza la situación porque necesitaban el dinero que otorgaba el senador y otros que eran tentados por las promesas de trabajo”.
Hubo muchos que fueron amenazados y por ende no han declarado, por lo que las actuaciones pueden derivar al juzgado de crimen organizado.
Al ser desaforado, el ahora ex legislador está en manos de la justicia. Allí deberá probar si las acusaciones que pesan en su contra lo condenan o lo absuelven.