Se necesita poner en marcha un conjunto de reformas para transformar el sistema mundial de preparación y respuesta ante pandemias, lo que incluye otorgar mayores poderes a la Organización Mundial de la Salud (OMS), según un informe de expertos sobre el desarrollo de la pandemia.
El viejo refrán “prevenir mejor que curar sigue estando vigente: La pandemia de COVID-19 podría haberse evitado, según el informe del Panel de expertos independientes nombrado por la Organización Mundial de la Salud para examinar el origen y desarrollo de aquella. Y, sin embargo, esos especialistas están convencidos de que, si surgiera un nuevo virus altamente infeccioso, el mundo seguiría sin estar preparado.
“El tiempo transcurrido desde la notificación de un conglomerado de casos de neumonía de origen desconocido a mediados de diciembre hasta la declaración de una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional fue demasiado largo”, señala el Panel.
Los países con la ambición de contener la propagación del virus cuando y donde sea que ocurra han demostrado que es posible conseguirlo.
Los expertos se refieren al tiempo que pasó entre la detección del virus SARS-CoV-2 en China a finales de 2019 y la declaración de Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional hecha por la Organización Mundial de la Salud el 30 de enero de 2021.
“Además, febrero de 2020 fue un mes perdido en el que muchos más países podrían haber tomado medidas para contener la propagación del SARS-CoV-2 y prevenir la catástrofe sanitaria, social y económica mundial que todavía persiste”, añaden.
El informe también indica que los países variaron significativamente en la aplicación de medidas de salud pública medidas para mantener bajo control la propagación del virus. Algunos buscaron contener la epidemia de forma agresiva e impulsar la eliminación; otros tuvieron como objetivo la supresión de virus; y algunos intentaron mitigar solo los peores impactos.
“Los países con la ambición de contener agresivamente y detener la propagación del virus cuando y donde sea que ocurra han demostrado que es posible conseguirlo. Dado lo que ya se sabe, todos los países deberían aplicar las medidas de salud pública consistentemente y a la escala epidemiológica que la situación requiere”, agrega el documento, que destaca que, para ello, es crucial el liderazgo de los Jefes de Estado y de Gobierno.
Y, sin embargo, el Panel, presidido por Helen Clark, ex-Primera Ministra de Nueva, y Ellen Johnson Sirleaf, ex-Presidenta de Liberia, considera que “el sistema actual es claramente inadecuado para evitar que otro patógeno nuevo y altamente infeccioso, que podría surgir en cualquier momento, provoque una pandemia”.
“La pandemia de COVID-19 es una señal de cuán vulnerable es y frágil es nuestro mundo -se lee en el informe-. El virus ha trastornado sociedades, ha puesto a la población mundial en grave peligro y ha expuesto profundas desigualdades. La división y la desigualdad entre los países y dentro de ellos se han exacerbado, y el impacto ha sido severo para las personas que ya están marginadas y desfavorecidas”.
En menos de año y medio, el COVID-19 ha infectado al menos a 150 millones de personas y ha matado a más de tres millones. La pandemia está considerada la peor crisis combinada de salud y socioeconómica en la memoria viva del mundo, y una catástrofe en todos los niveles.