Un 16 de febrero de 1996 el recordado reportero gráfico logró ponerle rostro a un fantasma, al todopoderoso Alfredo Yabrán, a quien retrató en malla y con el torso desnudo. Esas imágenes pronto se volvieron icónicas para el fotoperiodismo argentino.
El oscuro empresario había sido empujado a la escena pública un año antes en una sesión especial del Congreso por el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo. «Es el jefe de las mafias enquistadas en el poder», fue la definición que hizo ‘Mingo’ del dueño de OCA.
Cavallo lo acusaba de liderar un entramado que controlaba la entrada y salida de bienes del país, con posiciones dominantes en logística, seguridad, transporte y servicios aeroportuarios, además de la impresión de dinero y documentos oficiales y el manejo informático de Lotería Nacional.
Tras esas denuncias, Yabrán era buscado por todo el periodismo, pero no era una tarea fácil, ya que se desconocía su rostro. En una entrevista con la revista Noticias, previa a aquel verano, el canoso empresario había lanzado una frase que luego tomaría sentido, con el asesinato del reportero gráfico: «Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente. Ni los servicios de inteligencia tienen una foto mía».
«Estábamos cubriendo la temporada en la Costa. En ese momento había una necesidad periodística de conseguir la foto de Yabrán, porque se le desconocía la cara», contó el periodista Gabriel Michi, compañero de Cabezas en aquellas andanzas por los balnearios bonaerenses.
En diálogo con NA, el trabajador de prensa recordó que estaban a punto de emprender el regreso a la Ciudad de Buenos Aires cuando recibió el llamado de una fuente que le confió que el empresario, que había sido operado de la vesícula en Estados Unidos unas semanas antes, había arribado a Pinamar, donde tenía una casa y algunos proyectos hoteleros.
«Llegó el 15 de febrero, pero no pudimos ir a hacer guardia porque teníamos pautada una nota con el actor Miguel Ángel Solá, quien hacía mucho que no hablaba y había aceptado la nota sólo porque José Luis era el fotógrafo», rememoró Michi.
Tras la charla con el artista, en Villa Gesell, el periodista y el reportero gráfico volvieron volando a Pinamar, para ver si podían encontrar a Yabrán en el balneario La Pérgola, de Valeria del Mar y manejado por el socio del empresario, Luis Abruzzesse. Cuando llegaron, el fantasma ya no estaba.
Al otro día, el 16 de febrero de 1996, Michi y Cabezas comenzaron temprano una guardia periodística en la puerta de la casa del empresario. Pese a verlo a bordo de su camioneta, el fotógrafo había sin ángulo para fotografiarlo: cuando Yabrán regresó al inmueble, pronto salió humo del patio, indicio de que un asado estaba en marcha.
Los trabajadores de la revista Noticias apostaron a otro dato: el empresario era muy estructurado y a las 16:00 solía ir a la playa, para caminar junto a su esposa, María Cristina Pérez.
Periodista y fotógrafo fueron hasta el balneario Marbella, en donde divisaron la camioneta de Yabrán: Michi bajó con quien ese entonces era su pareja y se adentraron a la arena, para ver si podían encontrar al empresario. Luego de descubrir que estaba -o sospechaba que era él-, le pidió a Cabezas que lo corroborara en base a un identikit y una vieja foto de un reencuentro de egresados.
El reportero gráfico ratificó que el hombre tomando sol era el mismísimo Yabrán, por lo que desde el estacionamiento del balneario usó a Michi de trípode: apoyó el pesado lente sobre el hombro del periodista y sacó la primera tanda de fotos.
Sentado en una reposera, el empresario disfrutaba del calor del verano y la brisa del mar, como los cientos de turistas que estaban a su alrededor.
Minutos después, se levantó y empezó a caminar con su esposa por la orilla. Para poder «cazarlo» de nuevo con la cámara, Cabezas simuló estar fotografiando a Michi y a su pareja, quienes posaban como simples veraneantes: así, el fotógrafo retrató al «fantasma» de nuevo.
«En el momento de las fotos sentimos una gran satisfacción profesional, porque era la foto que buscaba todo el periodismo. Nunca medimos que pudiera tener la consecuencia que tuvo: el asesinato de José Luis fue el primero de un trabajador de prensa desde el regreso de la democracia», subrayó a NA el periodista que actualmente se desempeña en la señal C5N.
Cabezas envió las fotos en un sobre dentro de varios sobres, con una leyenda alusiva a Yabrán: «Freddy Okaman».
Las imágenes, convertidas ya en vitales para la historia del fotoperiodismo, fueron publicadas en la revista Noticias a comienzos de marzo siguiente.
Sin saber lo que le deparaba, el verano del 97 Michi y Cabezas volvieron a Pinamar. «Fuimos con el objetivo de conseguir una entrevista con Yabrán, sin saber que había un plan criminal en marcha».
En la noche del 24 de enero de ese año, fueron juntos a cubrir la fiesta de cumpleaños del empresario postal Oscar Andreani: el periodista se fue cerca de las 4:00 y el reportero gráfico se quedó en el lugar.
Cuando Cabezas salió de la fiesta fue secuestrado por la denominada «banda de Los Hornos», contratada por miembros de la Policía Bonaerense para fusilar al fotógrafo e incendiar su cuerpo y el auto que Noticias había alquilado para que se movilizaran los trabajadores.
A partir de ese suceso, Yabrán salió definitivamente del anonimato y fue perseguido por la Justicia para dar cuentas del asesinato de José Luis. El «No se olviden de Cabezas» fue uno de los principales lemas impulsados por la familia y la prensa. El empresario terminó suicidándose en una estancia entrerriana el 20 de mayo de 1998.