Antes les resultaba normal que cuando una mujer pasaba por una obra recibieran todo tipo de calificativos, ofensas, silbidos y, en definitiva, que fueran acosadas. Ahora, tras un taller de capacitación de la ONU, un grupo de 400 albañiles han comprendido el daño que su actitud provocaba.
“Vivimos en una cultura machista que debemos cambiar y depende de nosotros hacerlo. Una mirada inadecuada, conductas y palabras no deseadas son parte del problema. Ninguna mujer merece sentirse acosada. Debemos educar a nuestros hijos para detener el acoso sexual contra las mujeres”, asegura el costarricense Jonathan Mejía.
Sus palabras, no son las de un funcionario de las Naciones Unidas. Tampoco las de un experto en temas de violencia contra las mujeres. Es la reflexión de un trabajador de la construcción que hoy es consciente de lo que significa el acoso sexual y que ha decidido tomar medidas para frenarlo.
Jonathan Mejía tiene 42 años y se dedica desde los 16 a la albañilería y la construcción. En todos sus años de trabajo no le resultaba extraño que las mujeres que pasaban por una obra fueran víctimas de todo tipo de palabras vulgares, ofensas, silbidos y acoso.
Ahora, este trabajador de la construcción se ha dado cuenta de que sus propias hijas y esposa han sido víctimas del acoso callejero. Tiene claro que se han sentido inseguras y atacadas en la calle y hasta en sus centros de trabajo por lo que les han dicho otros hombres.
Dado que estas formas de violencia contra la mujer como los improperios, los silbidos y los tocamientos se han naturalizado y se vivencian como juegos de la masculinidad, la Oficina de Servicios para Proyectos quiso crear espacios participativos, donde se pudieran deconstruir esos patrones y mostrar cómo afectan a todas las mujeres.
Los talleres de masculinidad y prevención del acoso fueron impartidos por la Fundación Justicia y Género, en colaboración con esa entidad de la ONU y con el apoyo del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados de Costa Rica.
Con ellos, ya son casi 400 los trabajadores de grandes obras de infraestructura en el país que aprenden nuevos modelos de masculinidad y se comprometen a sumarse a la campaña de Tolerancia Cero Contra el Acoso Callejero impulsada desde la Oficina de la ONU.