El país africano acusa a Israel de un patrón de conducta genocida: «Esta matanza no es otra cosa que la destrucción de la vida palestina. Se inflige deliberadamente, no se perdona a nadie, ni siquiera a los recién nacidos”, aseguró su equipo jurídico.
Sudáfrica se dirigió el jueves al más alto tribunal de la ONU en un intento de poner fin a la matanza masiva de civiles en Gaza, acusando a Israel de llevar a cabo un genocidio contra los palestinos de la zona, afirmación que Israel ha negado rotundamente por considerarla «infundada».
La audiencia se produce después de que 23.000 palestinos en la Franja hayan muerto a manos del Ejército de Israel, 60.000 miles hayan resultado heridos, cientos de miles hayan sido desplazados y más de un millón esté pasando hambre.
Los bombardeos masivos de Israel sobre la Franja de Gaza son la respuesta a los ataques del 7 de octubre dirigidos por Hamás, que causaron la muerte de 1200 israelíes y extranjeros y la toma de unos 250 rehenes.
En su alegato, el equipo jurídico sudafricano declaró ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya que Israel había demostrado un «patrón de conducta genocida» desde que lanzó su guerra a gran escala en Gaza, la franja de 365 kilómetros cuadrados que ocupa desde 1967.
«Esta matanza no es otra cosa que la destrucción de la vida palestina. Se inflige deliberadamente, no se perdona a nadie, ni siquiera a los recién nacidos», declaró.
Como parte de su demanda contra Israel, Sudáfrica alega que 6000 bombas cayeron sobre Gaza en la primera semana de la respuesta israelí a los ataques dirigidos por Hamás. Esto incluyó el uso de bombas de 2000 libras al menos 200 veces «en zonas del sur de la Franja que fueron designadas como seguras», y en el norte, donde se encontraban los campos de refugiados, dijo Hassim.
Estas armas eran «algunas de las bombas más grandes y destructivas disponibles», afirmó, y añadió que los genocidios «nunca se declaran de antemano, pero este tribunal tiene el beneficio de las pruebas de las últimas 13 semanas que muestran de forma incontrovertible un patrón de conducta y una intención relacionada que justifica una afirmación plausible de actos genocidas».