Cuando se le pidió a los ciudadanos que se ubiquen en una escala de 1 a 10 (donde 1 es «izquierda» y 10 es «derecha») las respuestas fueron variadas.
Un 13% eligió posiciones claramente hacia la «izquierda» (1 o 2 en la escala), y un 14% se orientó a posiciones notoriamente de «derecha» (9 o 10 en la escala). Los extremos uruguayos tienen, entonces, un peso similar. También tienen peso relativamente similar las posiciones moderadas: quienes se ubican en el 3 o 4 (categorizados como «centro izquierda») son 18%, y quienes se ubican en el 7 y 8 («centro derecha») son 16%.
Si se mira la suma de estos bloques, el equilibrio es más notorio: 31% es la suma de «izquierda» y «centro izquierda», y 30% la de «derecha» y «centro derecha». El centro puro (5 y 6) es 35%, mientras que 4% no se identifica en la escala, por lo que estos segmentos sumados (39%) son un poco mayores que los extremos. Por tanto, la estructura ideológica de los uruguayos muestra una distribución en tercios aproximados, con algo más de énfasis en el centro.
La información confirma una parte importante del saber establecido sobre el electorado uruguayo: el centro del espectro ideológico es un grupo importante. Si uno sumara además el «centro izquierda» y el «centro derecha» (como reflejo de posturas políticas moderadas), se encuentra con que la amplia mayoría de la población (tres de cada cuatro) se ubican allí, y una minoría (uno de cada cuatro) en posiciones más extremas.
Esta información lleva también a otras lecturas posibles, que tienen que ver con la competencia al interior de cada bloque político. Tanto dentro de la izquierda como de la derecha existe un relativo equilibrio entre las posturas más extremistas y más moderadas. El equilibrio es casi absoluto entre la centro- derecha y derecha (16% a 14%), mientras que hay una diferencia algo mayor entre la centro-izquierda y la izquierda (18% a 13%).
Si se mira la evolución de largo plazo de la estructura ideológica, se encuentra una variabilidad relativamente importante, pero también algunas constantes notorias. Casi todo el tiempo, el sector intermedio (centro + NS) es el grupo predominante.
Si se mira la evolución de largo plazo de la estructura ideológica, se encuentra una variabilidad relativamente importante, pero también algunas constantes notorias. Casi todo el tiempo, el sector intermedio (centro + NS) es el grupo predominante.
Pero, analizando la relación entre la izquierda y la derecha, podría hablarse de tres grandes etapas en la evolución de las estructuras ideológicas en estos años.
Primacía de la derecha: Desde 1989 hasta 2001 inclusive, la derecha y centro derecha tenían superioridad sobre la izquierda y centro izquierda (en 2000 y 2001 esta superioridad era mínima, pero podría considerarse estos años dentro del mismo ciclo, dado que no se había producido el quiebre de tendencia).
Primacía de la izquierda: Desde 2002 hasta 2018 inclusive, la izquierda tuvo primacía sobre la derecha, en algunos momentos más holgada, en otros más estrecha, pero siempre por encima.
Fase de equilibrio: Desde 2019 en adelante se registra una fase de estabilidad, con diferencias mínimas entre un bloque y otro. De 2019 a 2021 leve primacía de la derecha, en 2022 y lo que va de 2023 leve primacía de la izquierda.
Aunque las ideologías no son las únicas determinantes de los comportamientos electorales, hay una notoria consistencia entre los resultados electorales de estos ciclos con la estructura ideológica predominante. Durante la fase de primacía de la derecha, esta ganó todas las elecciones presidenciales de ese ciclo (1989, 1994 y 1999), y lo mismo ocurrió con la fase de primacía de la izquierda (2004, 2009 y 2014).
En la fase actual, el resultado de la segunda vuelta de 2019, y el del Referéndum contra la LUC de 2022, van en línea con una estructura ideológica muy equilibrada entre bloques. El resultado de la primera vuelta de 2019 es algo más atípico, no por el ganador, sino por la magnitud de esa diferencia, que seguramente requiera otras variables para ser explicada en profundidad.
Mirado en perspectiva, hay otro elemento destacable de la serie. La magnitud de las personas de centro, a pesar de ser casi siempre mayoritaria, parece tener fluctuaciones muy significativas en algunas coyunturas particulares. Cabría preguntarse si, en realidad, estas variaciones no están explicadas por fenómenos vergonzantes en la expresividad de la identidad. Por ejemplo, la fuerte caída del centro en 2019, que parece asociarse directamente a un fuerte crecimiento de la derecha, ¿fue un movimiento genuino, o simplemente un conjunto de personas que se identificaba con la derecha en los años previos (pero no lo expresaba y se «camuflaba» en el centro) comenzó a manifestarlo con más espontaneidad? Estas preguntas no tienen respuesta sencilla, y las hipótesis que se formulen al respecto pueden alterar las interpretaciones de fondo sobre la evolución ideológica del electorado.
Un último elemento de la evolución temporal tiene que ver con el aumento de la polarización política. Aunque no se presentan en el gráfico, el equilibrio relativo que actualmente existe al interior de los dos bloques ideológicos entre sectores más centristas y más extremistas, es también una novedad de los últimos años.
Hace 30 años, al inicio de esta serie de datos, los sectores más moderados superaban con claridad, muchas veces en relación de 2 a 1, a los grupos más extremistas. Hoy, en ambos bloques, el equilibrio es notoriamente mayor. Es decir, el peso relativo de las posiciones extremistas, ha aumentado tanto en la izquierda como en la derecha.