La sexualidad es una preocupación importante en las personas, independientemente de su sexo o género. Generalmente, el ciclo de la respuesta sexual concluye en el orgasmo. Por eso, vivir en una sociedad hipersexualizada y no tener orgasmos asiduamente parece un sacrilegio.
Diferentes estudios demuestran que la definición de orgasmo no es fácil, ya que es algo que se vive de forma muy subjetiva.
A grandes rasgos, se puede decir que es una sensación pico variable y transitoria de placer intenso, que crea un estado de conciencia alterado acompañado de contracciones rítmicas e involuntarias de la musculatura pélvica, con una inducción de bienestar y alegría.
Toda persona que ha vivido un orgasmo puede reconocerlo, aunque la definición fuese otra. Pero, cuando no se da, ¿qué ocurre?
Nos encontramos ante un trastorno del orgasmo. Este se define como la dificultad permanente o recurrente, el retraso o la ausencia de alcanzar el orgasmo después de una estimulación sexual suficiente, que causa angustia personal. Es lo que se conoce como anorgasmia o ausencia de orgasmos.
El doctor Antonio Messina del hospital IRCCS Humanitas de Milán, en Italia asegura que las causas pueden ser muy distintas de unas personas a otras, pues en el orgasmo influyen factores psicológicos, culturales y físicos.
Dentro de los factores físicos podemos encontrar trastornos hormonales, como la disminución de los niveles de testosterona, la influencia de otros medicamentos (principalmente antidepresivos ISRS) o cualquier lesión o alteración tanto de los genitales como de las partes del cuerpo implicadas en la respuesta sexual (lesión de médula ósea o lesiones en la musculatura del suelo pélvico). También influye la edad o las enfermedades crónicas.
Por otro lado, los factores psicológicos, al igual que en otras disfunciones sexuales, están muy presentes en la anorgasmia. Concretamente, los trastornos depresivos y los de ansiedad disminuyen el deseo y la excitación.
Además, se incluyen en este grupo experiencias sexuales previas negativas, historias de abusos y maltratos o experiencias traumáticas o de pérdidas.
Por último, pueden intervenir los factores culturales. Entre ellos, encontramos los que están interconectados con la relación presente, falta de comunicación o intimidad, juegos eróticos insuficientes, encuentros sexuales que acaban antes de que la mujer se excite suficiente o problemas en la relación.
Pero identificar las causas no es tan sencillo. La anorgasmia, como la mayoría de las disfunciones sexuales, no suele ser debida a un factor únicamente, sino al conjunto de varios a la vez.
Del mismo modo, tampoco suele presentarse sola, pues suele ir acompañada de otras disfunciones. Si se altera una fase del ciclo, se descompensan otras. Por eso, los tratamientos suelen ser variados.
Los tipos de tratamiento dependen mayoritariamente de las causas de la anorgasmia. Los más frecuentes son los tratamientos psicosexuales y los farmacológicos.