Científicos de la Universidad de California en San Diego así lo comprobaron en una reciente investigación donde señalan que existen áreas del cerebro que reaccionan de forma opuesta en las personas con hábitos orientados a la soledad con respecto a otras que se desenvuelven con una actitud más empática.
Las reacciones se verificaron mediante imágenes cerebrales, ante determinados estímulos relacionados con aspectos emocionales.
El hallazgo de estos marcadores neurobiológicos podría contribuir en tratamientos psicológicos que buscan paliar los efectos negativos de la soledad. Se ha demostrado que las personas que no saben procesar adecuadamente las experiencias solitarias pueden incrementar considerablemente múltiples riesgos para su salud física y mental.
La soledad no afecta solamente a personas en situaciones extremas, como puede ser estar privado de la libertad, internado en un hospital o viviendo en la calle.
Se trata de un problema que afecta a un número creciente de seres humanos en todo el mundo sin importar su condición socioeconómica o cultural, y que se encuentra directamente relacionado con el aumento en la incidencia de patologías psicosociales como la depresión, la angustia o la ansiedad.
Según una nota de prensa, los investigadores norteamericanos se plantearon como objetivo intentar determinar si existen regiones en el cerebro en las cuales se puedan rastrear los efectos de la soledad. De acuerdo a los especialistas, describir este impacto a nivel neurológico podría ser de suma importancia para conocer a fondo la problemática y diseñar nuevas estrategias terapéuticas.