Cuando recuerda sus comienzos se retrotrae a la música y el teatro, pasiones que desde el vamos le arañaron el alma.
“Yo no sé cómo ocurrió, pero me dediqué a disfrutarlo” sintetiza cuando repasa cómo se fue abriendo camino.
Cuando supo que quería tocar el saxofón y no tenía calle, la fue a buscar al subte, donde tocaba ese instrumento.
Se siente muy feliz del momento de la vida que está viviendo y confiesa que no tiene ni un pendiente con la vida, sino que tiene el vuelo nivelado para acompañar el camino de su esposa y sus tres hijos.
Tímido, aunque confiesa que lo era ante los demás, no ante sí mismo, fue por lo que siempre quiso.
Su mejor amigo lo llevó por el camino de ser actor y músico.
El recuerdo de su padre está omnipresente, incluso la decisión que tomó cuando era pequeño lo marcó a fuego. Fue cuando lo llamaron del colegio para decirle “a este niño le falta padre”. Al día siguiente renunció a su cargo como juez y se llevó a sus hijos a pescar y de allí a compartir tiempo con ellos.
La historia de Facundo Arana es de superación. Desde el momento en el que venció el cáncer no paró. El médico que le diagnosticó la enfermedad, y que le salvó la vida, hoy es padrino de uno de sus hijos.
Seguramente por haberle visto el rostro a la muerte, gusta estar en silencio contemplando un atardecer, un amanecer, a sus hijos durmiendo o las pequeñas cosas de la vida.
Se emociona cuando recuerda a China Zorrilla, de la que sostiene era “una aventura para cualquier persona que la cruzara”, y también de Romina Yan, a la que califica como un “ángel maravilloso que se comportaba como tal en la tierra”.
De Natalia Oreiro señala que “es uno de esos ángeles que gracias a dios está acá vivo”.
Del momento de su vida en el que se encuentra, de su postura frente a ella y su consolidación como actor, esposo y padre habla en charla íntima, Facundo Arana, protagonista de un emotivo RETRATO HABLADO de Grupo Portada.