Es actriz, con una extensa trayectoria, presentadora de televisión, madre y abuela.
Opina que la novela Rolando Rivas, taxista, que llevó adelante con Claudio García Satur, quedó marcada por quedar en el inconsciente colectivo y el éxito rotundo se debió a que fue la primera novela que vieron los hombres.
Tiene buenos recuerdos de cuando tuvo que hablarle por primera vez a una cámara al debutar con la primera versión argentina de Gran Hermano, que la coronó con picos de rating no igualados hasta el día de hoy.
Se comprometió a tal punto con el reality que miraba todo el día lo que hacían los chicos en la casa.
Su rostro cambia cuando habla del ganador de esa primera edición, Marcelo Corazza, hoy preso y acusado por integrar una red de tráfico de menores. «Tengo un profundo dolor y bronca».
De su participación en Bailando por un sueño tiene un sabor agridulce. Valora su relación con Marcelo Tinelli, pero lamenta la alianza en su contra que hicieron Moria Casán y Nacha Guevara.
En cuanto a su vida personal recuerda que perdonar el suicidio de su madre le costó 15 años, pero también eso le permitió comprender que estas cosas ocurren cuando la gente se deja vencer por la vida.
Sus hijos le cobran no haber sido madre presente y le pesa no haber cenado con ellos durante 20 años.
Sin embargo, los elogia por ser hoy en día, «sus mejores padres»
El abuelazgo le ha sentado bien, al punto que señala que le cambió la vida.
A pesar de su extensa carrera, tuvo tiempo de dedicarse a la política, algo que recuerda como un error.
En el año 2001, fue candidata a Diputada Nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Integrando la lista del ARI.
En una charla íntima, en su pasaje por Punta del Este donde está filmando el camino de China, en homenaje a China Zorrilla, tuvo un aparte para participar de este RETRATO HABLADO, de Grupo Portada.