Nació en Punta del Este y creció en el barrio San Rafael, cuando ese lugar resultaba lejano, inaccesible y donde la oscuridad dominaba las calles.
Sabía a la hora que salía de su hogar para ir a la escuela, pero no la hora de regreso porque había que esperar en casa de familiares o amigos, a que sus padres finalizaran la jornada laboral para volver con él.
Nunca se pudo adaptar a Montevideo, donde estudió muchos años, y resume esa experiencia señalando que fue “ir a la selva” y también “violento”.
Le costó entender la capital, su gente, el hecho de que cada uno esté para su vida y en lo suyo, contrario al Maldonado en el que se crió donde todos se conocían y albergaban un sentido de pertenencia.
Por eso acuñó la frase que lo acompaña hasta el día de hoy, “Maldonado es el lugar donde siempre quiero volver”.
El trabajo formal lo comenzó con 17 años, pero sin embargo quiso abrazarse a él desde los 12, cuando no le pagaban, pero la tarea le dejaba una enseñanza de vida.
Fue fiambrero, trabajó en almacenes, farmacia y construcción.
No es de las personas que les gusta hablar sin la autoridad del conocimiento y por ello el trabajo ha sido su guía y también una característica.
Su experiencia en el mundo laboral lo llevó a crecer en el rubro gastronómico y también en el inmobiliario como empresario.
Está presente en sus emprendimientos y en la política, donde ocupa una banca en el senado. La clave para estar en varios lados al mismo tiempo lo define como armador de equipos.
Se congratula de que la elección de los compañeros de viaje haya sido clave a lo largo de su vida.
La política llegó cuando era adolescente. El Uruguay daba sus primeros pasos saliendo de la dictadura y en su casa se empezó a hablar del tema, así como también a aparecer libros ocultos que devoró para entender el país y el mundo.
A los 16 años fue electo convencional de Por la Patria, en las primeras elecciones internas, y aún atesora su carnet de afiliado con la firma del líder nacionalista Wilson Ferreira Aldunate. “El recuerdo más importante de esa época es que hubo gente que apostó por mí” señala.
Cultiva una buena relación con el presidente de la República, a quien define como “despegado”, con el que se conoce desde que el mandatario tenía 16 años y destaca que lo une el camino de lealtad recorrido con él.
Se muestra ansioso, no por la campaña nacional de 2024, sino por la de 2029 de la cual no duda que tendrá a Lacalle Pou como candidato y presidente nuevamente en 2030.
Impulsa en lo nacional a Laura Raffo y es un convencido que representa la estabilidad, pero proyecta una forma de relacionamiento con la gente que responde a las necesidades que la población tiene hoy.
Reivindica la política y sostiene que el dirigente político se ocupa de los problemas ajenos y de la vida del otro, algo que la población muchas veces no termina de valorar.
A nivel departamental competirá por la Intendencia y señala que su candidatura “es una necesidad” porque hay un fin de ciclo, dado que el intendente Enrique Antía no puede ser reelecto y eso genera incertidumbre en la gente y hay que darle estabilidad. “Después de Antía no viene el vacío porque hay otra construcción”.
Afirma que ante la incertidumbre que puede generar la no presencia de Antía, él ofrece certidumbre.
Asegura que se ocupará de su campaña y no se detendrá un segundo en el agravio.
Sobre las diferencias con el jefe comunal indica que pasan por el lugar desde donde se ven las cosas y sostiene que él está parado desde la gente, a la cual escucha para luego tomar decisiones.
No duda que la elección departamental se define dentro del Partido Nacional.
Es padre de dos hijos y si bien confiesa que por la política y el mundo empresarial no fue de lo que los llevaba al Jagüel o de juegos en la playa, ha sido un padre presente que ha disfrutado el tiempo en familia con ello.
Rodrigo Blás, senador, empresario, candidato a la IDM, es el protagonista de un nuevo RETRATO HABLADO.