Nació en Tranqueras, departamento de Rivera, y reivindica su lugar de origen, pero Tacuarembó fue su niñez, educación, familia, amigos y primeras armas en la profesión.
Tuvo una infancia que recuerda como maravillosa y arriesga decir que por un momento siente la nostalgia de poder, al menos por un segundo, ingresar en el túnel del tiempo para reencontrarse con él mismo en ese instante puntual.
Primaria transcurrió en la escuela 7 de Tacuarembó y el Liceo 1. Como la mayoría de las cosas que ocurren en el interior, todo quedaba a pocas cuadras.
No pudo formarse profesionalmente como periodista, lo hizo, como él mismo señala, en forma “más autodidacta”.
No eran tiempos de celulares, aplicaciones, google, o herramientas como las que hoy existen. Había que leer y formarse.
Cuando fue en busca de su primer trabajo le dieron una carpeta para salir a vender publicidad, algo que no logró en ningún momento de su vida, pero que lo marcó como una enseñanza de que nada es soplar y hacer botella.
Se presentó luego para ser operador de radio en el turno de la primera mañana, a las 5:00. Esa noche durmió en el banco de la plaza frente a Radio Zorrilla para no dormirse. Madrugar sería una costumbre que lo acompañaría prácticamente toda su carrera.
En esa radio de Tacuarembó se formó junto a profesionales que recuerda con mucho cariño por haberle inculcado el rigor de la profesión.
Casado y con familia a cargo, se enteró de un concurso en Canal 5 que terminó ganando e ingresando al canal estatal, sin embargo el sueldo era inviable para poder traer a sus seres queridos que habían quedado en su tierra.
Con su currículum bajo el brazo golpeó las puertas de Radio Sarandí y un histórico como Julio Villegas lo recibió y le tomó una prueba. Ese sería el comienzo que completaría la ecuación económica básica para instalarse en Montevideo, en forma definitiva.
Vendrían las principales radios y canal 4 años después hasta llegar a la conducción del informativo central.
La entrevista política fue clave en su crecimiento profesional, y en un horario donde no era habitual. Nunca creyó en la objetividad, pero sí en la honestidad.
Vive el comienzo del proceso electoral con muchas interrogantes que aún no logra decodificar pero que observa con preocupación, entre ellas la aparición de la inteligencia artificial que genera dudas a la hora de poder saber si lo que circula en redes es real o no, lo que presenta un problema por delante.
Augura que la campaña no se vaya al barro y opina sobre el rol de los medios del estado, como Canal 5 o de la IMM, como Tv Ciudad.
Con 5 hijos, nietos y un permanente contacto con ellos a pesar de la profesión, repasa su vida profesional y familiar y admite que si bien lo que pasó pasó, y aprendió a no castigarse por aquel tiempo que le habría gustado estar más presente, hoy trata, vía sus nietos y sus dos hijos más pequeños, modificar aquello que no pudo ser.
Si bien admite que “puede y debe rendir más” pone lo mejor de sí para lograrlo.
Es Daniel Castro, el hombre que arranca sus mañanas a puro mate, lee portales, va a su trabajo en Radio Sarandí y dedica tiempo a los suyos.
Es el protagonista de un nuevo Retrato Hablado de Grupo Portada.