Vivió su infancia como se vivía a esa edad. Pelota en calle, arcos improvisados de lado a lado, mancha y escondida.
Pero la vida le tenía preparado un camino que inexorablemente iba a recorrer tarde o temprano.
Recuerda su hogar como un lugar de mucha alegría y diversión. Su padre ya era figura en esa época y su madre, a quien apoda “Titina” era payasa.
Creciendo en ese hogar era imposible pensar que no culminaría en estudios de televisión, teatros, escenarios y camerinos. Así transcurrieron sus primeros años hasta que debutó con programa propio, “El club de las tortugas ninja”.
Rulos al viento, como usaba en esa época, irrumpió para darle contexto al dibujito animado del momento.
Aún recuerda el consejo de su padre, “sabés que te van a gastar en el liceo, ¿te la vas a bancar?” Algo a lo cual le puso el pecho a las balas pero que aún recuerda cuando le gritaban “ahí va Donatello”.
Cuando acompañaba a su padre al canal, donde creció prácticamente, observaba a los que denomina fueron los grandes de una época, aquellos que hacían humor y que le fueron, casi que sin saber, volcando experiencia que supo capitalizar.
Hizo carrera con Maxianimados, El Teléfono, entre otros, hasta que Denevi lo convocó para Plop y luego ingresó en el Show del mediodía.
Hizo grandes éxitos que supo complementar con teatro.
En un momento de su vida quiso salir de la zona de confort, dejar de ser reconocido y probar suerte en Argentina, donde recuerda los primeros años como duros.
Entregaba cd con su currículum y todos lo preguntaban qué sabía hacer, desconociendo que ya tenía una trayectoria cruzando el charco.
Hoy logró posicionarse entre los grandes. Lo convocó Marcelo Tinelli para el bailando y esa vidriera lo acercó a Gustavo Yankelevich, que hoy produce la obra “Mi querido presidente” que se estrena en Enjoy este mes de junio.
De sus comienzos, de aquello que sintió la primera vez que se paró frente a una cámara, de cómo logró hacerse un lugar y al mismo tiempo formar una familia, habla en un nuevo Retrato Hablado, Maxi de la Cruz.